La recia figura del portero, con su consabido uniforme y sus armas de reglamento, es una ausencia en el presente gobierno regional. No puede afincar en ese lugar debido a la inestabilidad del encargado de escoger o nombrar a ese servidor. Resulta que el señor Fernando Meléndez no puede encontrar hasta ahora a la persona adecuada para que cuide o vigile las instalaciones lácteas. Su periodo gubernamental ya va a terminar y él sigue despidiendo de inmediato a los guachimanes que nombra con pompa y festejo.
Es ya bastante común y muy corriente que el aludido designe a alguien después de un extenso estudio sobre sus cualidades defensivas, sus logros en el campo de la guardianía, sus variados sistemas de lucha cuerpo a cuerpo, sus habilidades para el uso y el abuso de diferentes armas, pero de inmediato lo destituye como si tuviera una secreta bronca contra los cuidadores. En pos de ese cargo ya han pasado centenares de curtidos guachimanes, expertos cuidadores de bailongos, nutridos guardaespaldas experimentados que no dejan pasar ni una mosca, pero nadie pudo durar más de 24 horas. Todos se fueron volando y no pudieron afincar en un puesto tan importante para la buena marcha de la institución más importante de la región.
Lo más grave del asunto es que del extranjero vinieron los guardias suizos, algunos miembros de la legión extranjera y ninguno de ellos pudo quedarse parado en la puerta del Gorel. Hay una cierta inestabilidad en ese régimen, pues la carencia de portero permite una serie de desmanes a la hora de la entrada. Se espera que en los próximos meses el señor Meléndez encuentre a alguien suficiente para desempeñar ese cargo de vigilancia antes que los proveedores derriben los muros del local del actual gobierno regional de Loreto.