[El “anticorruptor” Roger Rumrrill].

 


En la proliferante corrupción peruana, de acuerdo al brillante estudio de Alfonso Quiroz, hay una figura repugnante. Es el pillo que pretende pasar por mansa paloma, el sinvergüenza que aparece como moralista, el canalla que funge luchar contra la corrupción. Ese repelente roedor es uno de los que más contribuye a ese delito pues miente con descaro, trafica sin mayor vergüenza y generalmente acaba llevando agua para sus molinos torcidos. En nuestro medio el supuesto anticorruptor es digno del relleno sanitario y se surte de agravios, de mentiras, de datos falsos. Uno de esos traficantes es el impresentable Roger Rumrrill García, una especie de sicario mental al servicio del mejor postor.

En su largo prontuario el citado no sólo no ha vacilado en andar en las andas del Señor y del diablo como si nada, sin sonrojarse, sin confesar sus pecados ante nadie, sino que ha estafado la buena fe de las gentes. Por ejemplo, nunca publicó la segunda edición de la Guía de Iquitos, pese a que cobró a dos manos y varias billeteras. Por ejemplo, participó en una estafa a la Cervecería San Juan con el cuento de una canción de homenaje que nunca fue grabada. Por ejemplo, arrebató o robó los temas a un modesto trabajador de la Reserva Pacaya – Samiria para luego escribir uno de sus libros y sólo pagó a su víctima 500 soles, quedando una deuda de 1000 soles. La deuda era una postergación eterna por el ejercicio de la pendejada de ese pequeño intelectual de superficie. Ahora es impagable porque el estafado ya murió.

Todas esas hazañas de pillo lo hizo el señor Rumrril ante el silencio de las víctimas, ante el silencio de los que sabían de esas andanzas y nada decían. Nadie sabía qué poder oculto o evidente podía tener uno que era furgón de cola en la capital, pero metía miedo y actuaba con toda impunidad. Pero el cuento se le acabó cuando este diario, precisamente, se dejó de complacencias sospechosas, de pactos infames de no decir nada o de hablar a media voz y le sacó en una portada luego de recibir una grabación donde alababa descaradamente al fujimorismo vigente y en boga, mientras se hacía pasar por izquierdista. Era por primera vez la evidencia rotunda de que ese sujeto era un contrabandista de la peor calaña.

Hasta ese momento había sido un sicario mental que servía a quien quiera que fuera. Pero había descendido a la vileza al pretender comer en dos platos al mismo tiempo. Y vaya que se alimentó muy bien. Y como era siervo de ese régimen nunca dijo nada sobre los escandalosos casos de corrupción de ese entonces. Y, todavía, pretendió mostrarse como antifujimorista pero sirviendo al ingeniero Tomás Gonzáles Reátegui y a la entonces congresista Nery Salinas, rastrerismo que quiso negar hace poco. Luego fue un eventual asesor de Robinson Rivadeneira en ese asunto de macro regiones que abortó sin pena ni gloria.

El señor Luciano de Samósata hizo algo repugnante hace siglos. Alabó a la irritante la mosca, pero gracias a su estilo, su erudición, su dominio de la palabra escrita, salió bien parado del espinoso asunto. El señor Rumrril hizo igualmente algo repugnante hace poco al hacerse pasar como anticorruptor en un diario limeño que nada sabe de sus garras y de sus delitos. Pero debido a la falta de gracia de su escritura, a la ausencia de estilo periodístico, a la falta de seriedad de los datos y las cifras, a la borrega repetición de los argumentos fujimontesinistas, la repugnancia queda flotando en el aire de estos días.

No vamos a detenernos en ese penoso mamotreto, puesto que sería ridículo citar los errores, los lugares comunes, la vanalidad de argumentos desfasados de alguien que debería a esa edad ser ejemplar en el arte de la escritura. Solo nos detenemos un momento en la primera mentira monumental del pillo y sicario mental. Eso de que la administración de Iván Vásquez Valera es la gestión más corrupta en cien años de historia regional. Pero no dice la fuente de dónde sacó esa información. ¿Dónde están los números, los hechos, los episodios? Nada de nada. Usted se equívoca, señor Rumrill. El señor Alfonso Quiroz, autor de esa joya que es Historia de la corrupción en el Perú, sostiene con datos, con números, con argumentos, con gráficos, con una metodología moderna, que el gobierno más corrupto de toda la historia republicana del Perú es el de Alberto Fujimori. Y, usted, señor Rumrrill, fue un vasallo arrodillado de esa corrupción porque cobraba con una mano y con la otra contaba un ridículo cuento de oposición.

8 COMENTARIOS

  1. oe inutil de periodista lo peor q existe es un informante vendido al poder y eso es lo que tú eres…no hay peor ciego que el que no qiera ver … deberías leer a algún artículo de tom wolfe, si es que sabes quien es por supuesto, y entenderas lo que es un verdadero periodista CORRUPTO

  2. En su totalidad,este articulo tambien podria aplicarsele al corrupto aprista Alan Garcia Perez al que «la plata le llega sola».El final del articulo lo cambiaria por «cobraba con una mano y con la otra contaba lo que robaba del dinero de los pobres del pais».

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