Recordar es volver a vivir, dicen. Y en este artículo pretendo hacer revivir los recuerdos de aquellos quienes ya están en base seis, con la mítica historia de la hazaña conseguida por la selección peruana en 1969; y a los de base cinco para abajo estoy seguro que fue una de las historias más contadas por sus padres, por lo menos… unas treinta veces. Y; probablemente ellos a su vez, se la contarán a sus hijos también algún día. ¿La razón? Es el relato que todo niño peruano debería escuchar antes de irse a la cama por poseer todos los condimentos de un suceso épico: En aquella eliminatoria, la imponente Bombonera de Boca Juniors era el monstruo que amenazaba con devorarse crudos y sin sal a nuestros futbolistas. Argentina clasificó al Mundial 1966 allí, y quiso jugar en ese estadio y lo hizo pensando capitalizar la ventaja psicológica del público. La cancha era más chica, pero las graderías están más empinadas, así los espectadores están prácticamente sobre los futbolistas, es un estadio dificilísimo, las tribunas temblaban con los saltos y gritos de la gente, pero al final, los nuestros plantaron cara con fútbol y temperamento, con picardía y litros de sudor, transformándose así en íconos patrios de toda la vida. Lo que le da mayor mérito a este partido, es que fue la primera y única vez que Argentina perdió la oportunidad de ir a un mundial jugando en la cancha. Ya que la Selección Argentina se negó a participar, en los mundiales desde 1938 a 1962, por discrepancias con la FIFA; después participó en todos.
En el año 1969 se vivía momentos muy intensos que marcaron, en parte, nuestras vidas. El mundo estaba remecido por la guerra de Vietnam. Los Beatles realizaron su última actuación en público. La secta demoniaca de la familia Manson asesina a la actriz Sharon Tate. En ese año entró por primera vez el VIH a EEUU desde Haití. Se realiza el primer vuelo del famoso Boeing 747. En Israel Golda Meir se convirtió en la primera mujer primera ministra. Pocos días antes, el primer hombre pisaba la luna y, días después, en un pueblo cerca a “Woodstock”, se realizaba el más grande festival de la historia del rock. Al lado de Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Joan Báez, Richie Havens, Ravi Shankar, saltaban a la fama Joe Cocker, Jefferson Airplane, The Who y Carlos Santana y su banda, fusionaba el rock con los ritmos latinos (Oye como va, es una canción de Tito Puente). En el Perú, vimos como el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado (1968-1975), destrozó la economía de nuestro país con reformas y diseño autoritario, típico de la izquierda marxista.
Recordaré hasta la saciedad que nuestra selección nos dejó una gran lección en ese encuentro, “jugar sin miedo”. Recuerdo que el niño terrible Roberto Chale que era todo un pendenciero, irreverente, palomilla y pícaro, maestro de maestros con la pelota en los pies, era capaz de hacer un pase 70 metros y cambiar la historia de un partido. Y en una actitud cachacienta que reveló el equilibrio anímico del equipo, le puso la pelota en la cabeza a Rulli, un pequeño golpe a los nervios del contrincante, que no estaba para bromas; eso todavía me arranca carcajadas. En esa época el estadio la Bombonera contaba con un solo túnel de salida para los equipos a la cancha. Didí sabía bien de la hostilidad que le esperaba a sus dirigidos y por eso les ordenó que se adelanten en la salida a los albicelestes para que sean recibidos en medio de papel picado y juegos pirotécnicos, pero los argentinos ya se habían adelantado para esa situación; y la policía gaucho detuvo al equipo peruano en plena boca del túnel. Y les obligó a esperar que salga primero el equipo argentino y así se amedrenten con la barra del público apostado en las tribunas. En ese momento surgió lo palomilla, astuto e irreverente del “Niño terrible – Challe”, que al pasar por el costado, cada jugador argentino recibía un pellizco o era nalgueado; con el agregado de un travieso piropo. Ahí empezó a ganar Perú.
Recordaré también que Pedro Perico León, más conocido como “la pantera”, tuvo la ocurrencia de romperse el short en los minutos finales del partido y en media cancha, para cambiársela tuvo que ser rodeado por los jugadores peruanos; que le sirvieron de cortina ante el estupor del público Argentino, ello sirvió para enfriar las acciones y ponerle cerrojo al partido. Anécdota sobre la que se han escrito miles de artículos y cuyas imágenes permanecen en una repetición perpetua, como si el botón de replay se hubiera quedado accionado para siempre. Lo cierto es que los argentinos en aquella ocasión recibieron una buena dosis de su propia medicina. Para hablar de Perico León tendría que pararme, el delantero peruano más completo que recuerde. Un artista del balón, fue elogiado por Pelé; puede jugar en el Santos y cualquier equipo grande, dijo el famoso crack brasileño más de una vez. Jugaba de manera parsimoniosa y elegante con la bola, a pesar de su gran tamaño y peso; parecía tener un poder metafísico de soplarla para que la pelota ingrese al arco. Lo curioso es que Perico León era analfabeto, no sabia leer ni escribir; se bastaba con la magia de sus pies. Sus compañeros lo apoyaron para que deje atrás el analfabetismo, el director técnico, Waldir Pereira, Didí, le recomendó ponerse una muñequera en la mano derecha para que se hiciera el loco cuando la hinchada le exigiera que firmase autógrafos.
Un gran ejemplo que perdura y marcó un camino quizás olvidado. No es cuestión de ganas, de «meter gol» como exclusivo norte sino de jugar. No confundamos ganas con temperamento. El deseo está siempre, se descuenta aunque otra vez no haya asomado tan claro. El temperamento no se muestra en un puñetazo, es otra cosa. Potencia la técnica y pone la inteligencia al servicio del equipo. Por eso se halló respuesta en la capacidad de aquella selección peruana con jugadores de gran nivel, circunstancia fundamental. Sin harina noble no hay pastel bueno. Esa fue la clave, más allá de la significación especial de Didí con la aureola aún fresca de bicampeón mundial y la importancia de su predica en voz baja, explicando sin gritos el camino a seguir. Instaló la persuasión de la calma por encima de un pizarrón que no lo inquietó demasiado; supo elegir, veamos los jugadores de ese equipo; al margen de los dos ya mencionados en el párrafo precedente.
Teofilo Cubillas, popularmente conocido como el “nene”, considerado el mejor jugador peruano de todos los tiempos. Héctor Chumpitaz, el gran capitán que a pesar de su baja estatura era impasable en el juego aéreo; la fortaleza de sus piernas le permitía efectuar un segundo impulso en su salto que le permitía elevarse por sobre sus rivales y que la prensa deportiva denominaba el «doble ritmo». Julio Baylón dotado de un poderoso físico y de una velocidad vertiginosa, corría espectacularmente con la pelota entre sus pies apilando rivales para llegar a la línea de fondo y sacar centros al medio del área. Orlando La Torre, conocido como “Chito», sobrino del gran político peruano Víctor Raúl Haya De La Torre. Eloy Campos, el doctor que operaba sin anestesia. Lucho Cruzado, excelente volante mixto, trajinaba con verdadero sentido por cada sector del terreno, sea para defender o atacar. Oswaldo “Cachito” Ramírez, es el jugador peruano con más goles en los torneo locales con 190 goles. Es el jugador peruano con más goles en la Copa Libertadores, habiendo anotado 27 goles; y pensar que ingresó en reemplazo del titular lesionado, Alberto Gallardo. No comento del arquero, porque era como si no lo tuviéramos y el marcador izquierdo de ese partido (Risco) porque el titular era Nicolas Fuentes, y estaba suspendido.
Hace 50 años Perú empató 2 a 2 en La Bombonera, ante Argentina, clasificándose al mundial de México 1970 y dejando fuera del certamen a los albicelestes. Era la última fecha del grupo 1 de las clasificatorias al mundial y Perú llegaba ‘cómodo’ en la primera posición. Tras haber derrotado por 1 a 0 a Argentina en Lima, con gol de Perico León, perdimos 2 a 1 ante Bolivia en la Paz, pero esto se debió a que sufrimos el robo mas grande y descarado, perpetrado por un árbitro llamado “Chechelev”; aun hoy en día es sinónimo de árbitro vendido. Luego goleamos a Bolivia en Lima por 3 a 0, el empate en Buenos Aires bastaba para clasificar a la entonces “Copa Jules Rimet”. Por otro lado, Argentina llegaba con poca vida al partido y tenía que ganar sí o sí para conseguir su boleto a tierras aztecas. Los albicelestes habían caído con Perú en Lima y con Bolivia en la Paz; pero la agónica victoria por 1 a 0 en Buenos Aires ante los altiplánicos los mantenía con respirador artificial.
Un brillante equipo peruano que integraba jugadores de gran calidad técnica como Cubillas, Challe, Chumpitaz y Ramírez hizo un partido redondo y tras haber manejado los hilos del mismo, consiguió un resultado favorable. La selección nacional dirigida por Didí formó con: Rubiños; Campos, La Torre, Chumpitaz, Risco; Challe, Cruzado, Baylón, León; Cubillas y Ramírez. Argentina mandó al campo a: Cejas; Gallo, Perfumo, Albrecht, Marzolini; Rulli, Brindisi, Pachamé, Marcos; Yazalde y Tarabini. La figura del partido fue Oswaldo ‘Cachito’ Ramírez de tan solo 22 años que con dos goles enfatizó el dominio peruano en el estadio de Boca Juniors. Cabe resaltar que Argentina se había trasladado a la localía ‘Xeneixe’ para que el público ejerza más presión que en River. Perú no se amilano ante el público local y dió una clase de concentración y buen fútbol. Toda la prensa argentina de la época tuvo que aceptar que Perú fue más. Recuerdo, que los jugadores de ambos equipos se abrazaron tras el pitazo final, sin mayores problemas. Hasta el público argentino los aplaudió porque reconoció la calidad del rival.
Hasta los 89’ minutos del partido Perú ganaba 2-1, y el argentino Alberto Rendo se dejó caer en el área peruana, tras una supuesta falta del peruano Eloy Campos, el árbitro chileno Rafael Hormazábal decretó un dudoso y polémico penal (mas falso que un billete de tres dólares). Luego que este se transformara en gol, el hombre de negro corrió rápidamente a reiniciar el juego desde el mediocampo. Pero esto no se dio sin que antes “Cachito” le cuestionara por la decisión tomada, a lo que el juez le dio una curiosa respuesta: «¿Qué quieres, que nos maten a todos?». Estas palabras fueron confirmadas por el mismo goleador. Fue así pero no lo culpo, salió su lado más humano ante la presión que se vivía.
La revista argentina “el Gráfico” tituló como “El peor recuerdo de la Selección en la Bombonera”. Los peruanos celebraron en la cancha argentina su primera clasificación directa y por méritos propios a una justa mundialista. La cancha de Boca fue testigo de la primera y única vez en que la Selección Argentina no pudo clasificarse a un Mundial, el de México 70! Años después en el libro “Así jugamos”, de Diego Borinsky y Pablo Vignone, se comenta sobre este partido así : Perú era dirigido por el brasileño Didí y tenía futbolistas que dejaron una huella como Héctor Chumpitaz y Teófilo Cubillas. “Ojo, que Perú no era el equipo que la gente cree. Rubiños no era un buen arquero, Chumpitaz no era crack, ese día no brillaron ni Cubillas ni Baylon y Cachito Ramírez que nunca había hecho un gol, hizo dos”. Como se nota que los argentinos son provocadores, impulsivos y temperamentales y que no saben perder; hasta ahora les duele el resultado de este partido. Argentina tardó 48 años para volver a jugar en la Bombonera contra Perú, fue por eliminatorias de Rusia – 2018; el resultado también fue un empate 1 a 1, pero esta vez ambas selecciones fueron al mundial.
El partido con Argentina fue planteado con inteligencia. Por eso, Perú con goles de “Cachito” Ramírez, empató un partido, de manera soberbia, jugado intensa y vibrantemente. Argentina, que tenía a Perfumo, Marzolini y Cejas, empató casi al final, haciendo que los últimos minutos fueran de extrema tensión. Cuando el árbitro sonó su silbato, la explosión de júbilo fue indescriptible. Todos nos abrazamos, saltamos y cantamos ese “Perú Campeón” de Félix Figueroa, conocido por la interpretación de los Ases del Perú. Fue aquel domingo que tomé mis primeras cervezas. Salimos a la calle, cuando todo el barrio hacía lo mismo. Me sorprendió ver hasta a mi mamá, que no le interesaba el fútbol, pero contagiada por esa explosión de entusiasmo ya estaba en la plaza 28 de Julio festejando con el resto de la familia. A pocas cuadras, en el Jr. Próspero, se formaba la larga caravana, que se hizo una tradición por esos años. Desde las motos y los pocos carros se gritaba, hasta reventar las gargantas el Perú! Perú! Perú!!. Las bocinas, banderas, camisetas, hacían el colorido y el loquerío de las calles de Iquitos.
El local de José Pardo (calle San Martín 3ra cuadra) y la plaza de Armas, se convirtieron en los puntos de festejo. Repitieron y escuchamos por radio mil veces los goles de “Cachito”, con la narración de Augusto Ferrando, quien gritaba esa frase que la hizo famosa: “no nos ganan”. Por que no nos ganaban. Así jugaba Perú. En la década del ‘70 y parte del ‘80, el fútbol peruano llegó a ser respetado y muchos de sus jugadores, admirados. Nos clasificamos tres veces al mundial y fuimos, una vez, campeones sudamericanos. Para cada ocasión, saltamos, gritamos, cantamos y volvimos hacer caravanas, libando cerveza sin cesar, por lo que el fútbol hizo para mí, los años maravillosos. Esto no es un cuento. Aunque no se crea, ocurrió en nuestro país. Pues, había una vez un fútbol peruano. Luego tuvimos que esperar 36 años para que el equipo peruano se clasifique para un Mundial.
La base de la selección era conformada por jugadores de Alianza, U y Cristal. No había el grupo de los extranjeros, como ahora. Todos jugaban en el campeonato nacional, que ya era acompañado por la Copa Perú. Pero es justo reconocer que el deporte peruano vivía momentos de esplendor, que se prolongó por varios años. Se ganaban medallas panamericanas, sudamericanas y, barríamos, con las bolivarianas. Teníamos buenos atletas (Roberto Abugatas, Juan Acevedo, Edith Noeding, Alfredo Deza), nadadores (Jhonny Bello, Concho Changanaquí), basketbolistas (los hermanos Duarte, el Chino Vásquez, Lalo Airaldi) y, por cierto, notables jugadoras de vóley (Lucha Fuentes, Ana María Ramírez, Meche González, Anacé Carrillo, Pilancho Jimenez, etc.), que llegaron a blanquear (dejar un set, con cero puntos) a las norteamericanas, en las Olimpiadas de México 68. Y da que pensar que la gran mayoría de estos deportistas nacieron durante el “ochenio” de Odría.
Para finalizar este artículo, puedo decirles que esa selección escribió una de las páginas más gloriosas del deporte peruano, y yo que sólo lo viví escuchando por la radio, porque todavía era un chiquillo de 7 años; y luego por periódicos y revistas (a Iquitos llegaba la revista El Gráfico – Argentino). Estoy seguro que muchos de ustedes tienen la misma interrogante, que se hizo bien en esa época para que el fútbol rindiera a gran nivel por mucho tiempo. Se realizó un proceso bien planificado, en 1967 se empezó a diseñar la campaña de preselección para el mundial méxico ‘70 con gran desprendimiento de la familia Bentín que gerenciaba el Sporting Cristal, poniendo a disposición, su entrenador Didi, a la federación de futbol, un bicampeón mundial nada menos!, es considerado uno de los 20 mejores futbolistas del siglo XX, un entrenador con buena referencia, que con su sola presencia sus dirigidos querían emularlo. Un entrenador que estaba enfrascado con el medio, aclimatado con el medio futbolístico del Perú. (al igual que Ricardo Gareca que entrenó antes a la U). Didi trabajó de la siguiente manera: convocó a 44 futbolistas es decir a los 4 mejores de su puesto y se los llevo a Ica, les dio la oportunidad a todos los mejores jugadores de la época, sobre esa base de jugadores fue depurando hasta quedarse con 22 jugadores, en el intermedio de dicho proceso ya sobresalía Hugo el cholo Sotil. Los 22 jugadores escogidos vivieron y durmieron en “Huampaní” y el “Colegio Militar Leoncio Prado”, con disciplina y orden. Qué distinto era todo en el fútbol verdad?