De esa época es el edificio que “ilustra” la zona céntrica de Iquitos y que de manos privadas pasó a manos estatales y que se ha convertido en un monumento a la improvisación pública-privada.
Era julio de 1980 y se aprestaba a asumir la Presidencia de la República por segunda vez un arquitecto que había sido despojado del cargo en octubre de 1968, expulsado -literalmente- con un puntapié por las botas que desplazarían a los votos durante doce años. Los loretanos nos entusiasmamos porque quien ocuparía la Presidencia de la República hablaba de la Marginal de la selva, cuando al final nos dimos cuenta que seguimos siendo marginales. Los diputados y senadores elegidos se esmeraban en la mudanza familiar para asumir sus funciones y las promesas de mejorar la condición de vida de los loretanos motivaban discursos encendidos en público y privado. La prensa trataba al nuevo Presidente con las iniciales de FBT, quien tenía como uno de los principales soportes políticos y financieros a un señor de nombre Manuel Ulloa Elías, quien además de senador fue designado Ministro de Economía y Finanzas y Presidente del Consejo de Ministros. En el Gabinete Ministerial se encontraba un señor de nombre Pedro Pablo Kucsynski, que no hablaba muy bien el castellano y fue traído por el electo presidente desde Estados Unidos. Era titular del Ministerio de Energía y Minas, cartera muy sensible por esos tiempos si tomamos en cuenta que una de las justificaciones del golpe militar de octubre de 1968 fue lo que en su momento se llamó “la página 11” que, según las versiones de la época, demostraba el entreguismo del gobierno hacia el capital extranjero. Fernando Belaunde Terry prometió la conexión hacia la Costa y los pobladores ya se ilusionaban con la posibilidad de llegar a Lima por la carretera construida por el arquitecto. De esa época es el edificio que “ilustra” la zona céntrica de Iquitos y que de manos privadas pasó a manos estatales y que se ha convertido en un monumento a la improvisación pública-privada.
La región Loreto tenía siete diputados porque así lo establecía la ley. Siete eran de Acción Popular y uno del APRA. Habíamos elegido -por distrito electoral único- al médico de Acción Popular, Pedro Del Castillo Bardales y al dentista aprista, Rafael Eguren Ordosgoitia. Todos los parlamentarios prometían sacarnos de la pobreza y que desde el Congreso combatirían los años de olvido del centralismo y que luego del quinquenio AP-PPC los pobladores viviríamos mejor. El ente regional que estaba llamado a marcar la pauta del desarrollo se llamaba Cordelor y estaba dirigido por el ingeniero Juan Pinedo Nájar, antiguo militante acciopopulista que era identificado como allegado al sector “ulloista” del partido de gobierno que tenía en los “lechuzones” a sus contendores internos que lideraba el Vicepresidente y senador Javier Alva Orlandini.
Todo lo aquí escrito puede ser corroborado por los archivos periodísticos regionales y nacionales de la época. Es decir, no se crea que es una invención libérrima de este columnista. 36 años después de ese período se entenderá que en muchos aspectos se escucha la misma música y, a pesar que la ilusión puede volver, se entenderá que hay motivos para la incredulidad.