Todos sabemos que muchas cosas que suceden en Estados Unidos finalmente terminan sucediendo en América Latina. Más aún en cuanto a periodismo se refiere porque la escuela de los gringos se empeña en modernizarse en máquinas y personas. Tanto en el periodismo de opinión como el de información. Y, con los errores de toda obra humana, son referentes a tomar en cuenta.

Eran los últimos meses de 1994. Yo disfrutaba de una pasantía en FIU en Miami en la Escuela de Periodismo con profesores de varios países de Latinoamérica, quienes nos daban clases prácticas sobre periodismo de investigación. Hasta que una mañana nos sorprende la noticia de la captura en Florida del empresario Carlos Manrique. Inmediatamente la agenda de la pasantía cambió y, por esas cosas del destino, me tocó cubrir la información sobre el juicio preliminar a uno de los hombres más buscados del país.

Éramos periodistas de Arequipa, Huancayo, Piura, Lima e Iquitos. Entre ellas estaba Marisol Espinoza, quien luego se convertiría en una política conocida hasta lograr la Vicepresidencia de la República. Ahí también estaba Pedro Ortiz -quien me prestó “La casa de los espíritus” de Isabel Allende, que terminé de leer entre ruta y ruta por las carreteras norteamericanas- hoy convertido en periodista principal del diario El Comercio. Héctor Mayuire, director de la edición huancaína de Correo también formaba parte de ese grupo maravilloso que durante 63 días vivíamos para el periodismo con unas ansias desmedidas por aprender y por hacer de esta profesión una razón de vida aunque a veces uno pueda perder la razón.

A esos días locos le debo una buena dosis de la fortaleza que me acompaña en los momentos más dinámicos y totalizantes del periodismo. A esas horas frente a un argentino, una chilena, un mexicano y varios norteamericamos le tengo que agradecer por ser periodísticamente lo que soy. Todos sabemos que muchas cosas que suceden en Estados Unidos finalmente terminan sucediendo en América Latina. Más aún en cuanto a periodismo se refiere porque la escuela de los gringos se empeña en modernizarse en máquinas y personas. Tanto en el periodismo de opinión como el de información. Y, con los errores de toda obra humana, son referentes a tomar en cuenta.

Entre las calles alborotadas de Miami y las salas somnolientas de FIU me dediqué a pensar en lo que podía hacer con el periodismo y a ingresar, por ejemplo, al mundo de internet y convertir a Pro & Contra en www.proycontra.com.pe y hacer que las notas crucen las fronteras y lleguen a los loretanos del mundo. Y los lectores dirán ¿por qué se recuerda esos meses? Simple. Porque los caminos de la vida son eso: para recordarlos. De eso también se trata la existencia.