El museo, la cultura y la demagogia

Hace un par de semanas, me invitaron a una mesa redonda en el diario El Comercio, con el fin de plantear algunas propuestas para el interesante proyecto Lima Milenaria, a partir de la persistencia de una línea de tiempo sin ruptura, que considera el tiempo como un todo, en el cual no hay una fragmentación o divisiones.

Uno de los puntos importantes para reflexionar son las actuales condiciones sobre las cuales la noción de cultura y consumo cultural descansan en la opinión pública. En una encuesta sobre el rubro, realizada por la PUCP a finales del año 2009, el 28% de los encuestados asociaba el término “cultura” con  restos o monumentos arqueológicos. El 43% indicaba que era la gastronomía, a contracorriente (más abajo, otras manifestaciones como la danza, o el cine, etc.). La misma encuesta señalaba que el 88% estaba de acuerdo con que se mantenga cualquier tipo de manifestación arqueológica o monumental ante conflictos de construcción de nuevas edificaciones. Sin embargo, muy poca gente decía asistir a museos o espacios similares.

¿Cómo asumir la revaloración de la ciudad en un escenario en el cual el concepto todavía no ha sido asimilado concreta y sólidamente? El proyecto Lima Milenaria me parece interesante en ese sentido, pues ha asociado una iniciativa privada y ha sido abanderada por la Municipalidad de Lima Metropolitana y busca nacer a partir del concepto de “ciudad de culturas”. Es decir, fomentar la integración y fusión de conocimientos y pareceres diversos, generando una riqueza espiritual y creativa de amplitud

Esto me lleva a la idea de porque es tan importante luchar por un espacio donde la noción de cultura esté presente en todos los ámbitos. Aspirar a la inclusión, tanto en términos cuantitativos como cualitativos, está asociada, en gran medida, con el conocimiento. Si hay algo que todavía no ha cuajado como discurso (al menos en los entes decisores) es que la cultura – como la educación – sí puede ser un gran vehículo de desarrollo no solo espiritual, sino también una herramienta de crecimiento social.

En un escenario donde lo cultural es sinónimo de plural y donde el ciudadano contribuye al nuevo sentido de ciudad, el concepto de Lima Milenaria no solo debe estar asociado a la defensa y fomento de la conservación de monumentos arqueológicos (que de por sí es bastante loable) sino complementarlo con un sistema de articulación de experiencias e interacciones de otros espacios, ámbitos y disciplinas.

Creemos que los monumentos no son solo espacios de veneración inmutables o de estudio meramente arqueológico, sino armazones de cohesión colectiva. Una propuesta global debería incluir también aspectos de historia, patrimonio inmaterial, manifestaciones icónicas cronológicas, naturaleza, costumbres, ambiente, etc.

La dinámica del proceso incluye, desde mi punto de vista, la recuperación de los espacios, por un lado; la revaloración del radio de influencia de los monumentos; la apropiación creativa (artística/turística/pedagógica) del espacio. Además, es necesario un proceso integral de promoción y educación en todos los niveles (en este aspecto  los medios de comunicación como las autoridades deben ser tan importante como tipo de gestores o actores individuales o colectivos). Finalmente, la réplica por asociación, buscando que la popularización y masificación. Darle un valor no solo espiritual, sino también económico. Las llamadas industrias culturales aportan el 3° rubro más grande del PBI nacional. Este gran sector puede ser también una fortaleza.

Una de esas posibilidades, en Loreto, puede ser la creación de un gran Museo Amazónico. Desde ya, suena alentador que se promueva desde un poder del Estado el esfuerzo de  gentes con diversos oficios y puntos de vista pero con el mismo respeto y afecto amazónico, a poner los pilares de un proyecto a largo plazo.

Aunque yo aún no estoy convencido de la importancia que le asigna el actual gobierno al sector cultural (en comparación con los anteriores, en todo caso), pero no puedo dejar de respetar y apoyar la iniciativa del congresista Víctor Isla, al margen de eventuales discrepancias – que son parte del debate usual de la tribuna -, por plantear el establecimiento del Museo, tema que además viene acompañado del debate por políticas culturales permanentes, fomentadas por el Estado y destinadas al espectro más amplio y plural posible.

Siento que esta primera etapa, en la que se ha consultado y se ha armado un proyecto bastante serio (elaborado por un equipo encabezado por el arqueólogo Santiago Rivas Panduro) puede no solo creer en el compromiso de Isla por encabezar algo viable, sino también algo que traiga, en principio, orgullo de la ciudad, más allá de tiendas ideológicas, un vehículo para trabajar tanto en el progreso de Iquitos desde el aspecto monumental, artístico como turístico.

Es, además, romper de un modo con la idea distante y asociada de la cultura como espacio inmutable, estático o elitista, planteando una excelente oportunidad para promover y masificar cultura, además para contribuir a la inclusión social y educativa. Compromiso de todos es apoyarla y fomentar su éxito.

En medio de esta positiva actividad, resulta lamentable que una persona que ha pretendido dirigir los destinos de esta región, como el señor Edwin Zevallos considere negativa la construcción de un recinto como este. Ni siquiera comprensible en alguien que tiene como rubro de rentas, entre otros, a la diversión. Pero mucho menos que sorprendente cuando alguien intenta con esos argumentos pasar como opción política seria.

Apelar a la demagogia populista de que la “plata” vaya a los pobres como mero asistencialismo  no solo es un despropósito discursivo, sino, como vemos, un error de apreciación bien grueso. El futuro de esta ciudad, lo sigo sosteniendo, es el turismo, y con ella la cultura tiene una relación muy cercana, complementaria, dinámica. Negarse ese espacio de progreso es, en el fondo, sabotear justamente a esos sectores humildes a los que se los pretende defender solo con palabrería. Si alguien cree, directa e indirectamente, que la educación y el conocimiento y la creatividad no son bases del desarrollo, no siento  que merezca ser tomado en serio.

Las bases de la discusión en este aspecto no solo se limitan a una anécdota y a un hecho específico, es cierto. Empecemos a discutir en serio la noción de cultura y bienestar colectivo que queremos para nuestra región. Lo del Museo Amazónico puede ser bien una primera  posibilidad, con urgencia.

1 COMENTARIO

  1. La idea del museo amazónico suena bien en medio de tanto despropósito y caos reinante. Buscar y encontrar en nuestros orígenes el sentido de nuestra existencia nos ayudará a enrumbar nuestros caminos por la senda del progreso. Conociendo el pasado nos proyectamos al futuro para que lo que hagamos en la actualidad tenga la trascendencia que necesita nuestra región. Si nuestras autoridades tuvieran bien claro este perspectiva otro sería nuestro destino. La ciudadanía tiene que hacer un gran esfuerzo para mantener firme su decisión de la creación del museo amazónico ya que el mayor obstaculo aunque parezca increíble serán sus mismas autoridades que como sabemos van camino a la nada…

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