Los serenos de Punchana, luego de la faena realizada durante la fiesta pasada, convinieron en dedicarse a cuidar exclusivamente las cervezas de todo el distrito. En puestos expendedores de ese licor, en las puertas de los incontables bares, en los lugares donde se bebía caudalosamente,  se ubicaron entonces para vigilar la buena marcha del consumo de la bebida  espumosa. Nadie sabe hasta ahora de dónde salió esa orden de vigilancia permanente, como si la cerveza fuese un tesoro único que merecía la vigilancia de todo el contingente de serenos.  Lo cierto es que los vigilantes no descansan ni de día ni de noche para que las cervezas tengan una excelente protección.

En sus continuadas rondas por el distrito los serenos evitan los abusos del consumo. Así tienen una verdadera bronca a los gorreros, esos que se zampan a las mesas para chupar sin pagar ni un céntimo. También impiden que se desaten escenas violentas entre amigos subidos de copas. Además, impiden que algunos beban más de la cuenta y se queden dormidos en cualquier parte. Por otra parte, están atentos para que nadie asalte a las distribuidoras. De esa manera los consumidores de ese licor están absolutamente protegidos como nunca antes. Ninguno de los serenos bebe en horas de trabajo, lo cual es una garantía para que realicen bien el trabajo de proteger a las cervezas.

Mientras los serenos de Punchana se dedican a vigilar las cervezas, la delincuencia ha crecido vertiginosamente.  Ellos no tienen ni tiempo ni recursos para combatir a los amigos de lo ajeno, pues están muy ocupados dando protección exclusiva a ese licor. Ello viene motivando protestas de parte de las víctimas de robos, asaltos y otros atropellos. Se espera que las autoridades se dejen de cosas, retiren a los serenos de la cerveceada y tomen al toro por las astas.