Definitivamente ahora todo lo que sucede en nuestro  Perú es por culpa de Keiko Fujimori, mujer que solo ha participado en dos elecciones presidenciales y que  hasta ahora no la consiguió.

Sucesos como la “desaparición de la Hija del Omnipotente Juez Carhuancho” dio lugar a un mar de “opiniones  e interpretaciones” de calibre de culpabilidad a la ex candidata presidencial por el partido de Fuerza Popular. Aducían que era un mañana del “fujimorismo” para dejar en libertad a su lideresa (mera negociación); aunque póstumamente se aclaró el malentendido, ya que la hija del omnipotente juez había huido de sus casa, y que por lo visto era la segunda vez que ocurría eso (razones de su huida se desconocen pero deja entrever que el colmo de Carhuancho es meter presa a Keiko y dejar que huya su hija).

Pero la verdad de todas es que por un determinado acontecimiento siempre echaran la culpa a la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, por causas ajenas a determinados sesgos políticos que fueron influenciados por padres, amigos, hermanos o inclusive en las escuelas y universidades.

Lo más curioso del caso de la hija de Carhuancho es que sucedió justo en el momento que se hacía conocido el acuerdo de colaboración eficaz celebrado entre el Ministerio Público y la empresa ODEBRECHT. Acuerdo que para muchos deja entre ver vacíos que favorecen solamente a ODEBRECHT y sus consorciadas.

La única verdad a todo ello, es que el jugar a los realities forma parte de la vida política peruana.

Con el anterior presidente, Pedro Pablo Kuczynski,  se tenían los incendios como cortina de humo. Pues ahora, el nuevo gobierno tiene: “La culpa la tiene Keiko Fujimori”.