El libro hecho en casa
– El aporte de Tierra Nueva Editores
La quema de libros que realizó en pleno bosque el jesuita Francisco de Aguilar, más que un hecho físico, fue un desastre espiritual que explicaría la tardanza del libro entre nosotros. Esas cenizas se expandieron indetenibles y el libro siempre fue hecho en otras partes, en otros talleres. Las bibliotecas coloniales se llenaban con ejemplares que venían de afuera. De Madrid, de Lima. Era impensado siquiera imaginar que un libro pudiera surgir en esos tiempos con un sello oriundo, una razón social del trópico. El arribo de la imprenta a la Amazonia no fue propicio para que apareciera el libro hecho en casa. O sea, aquí entre los verdores. En años se editaron una que otra obra que no anunciaba el inicio de algo mejor y mayor, el auge de una industria editorial. Era al fin de cuentas la expresión de la pobreza cultural de una zona alejada de todo. Libro y región no se encontraban.