Antes se señalaba a una determinada parte de Belén como “zona roja” como sinónimo de un lugar donde la ley no existía porque el consumo y comercialización de droga, la venta y reventa de licor, la ausencia de elementos policiales y la presencia de sujetos prontuariados le daba esta categoría. Tal es así que otras zonas que se caracterizaban por estos elementos también recibían esta denominación. Conforme crecía Iquitos y la expansión urbana desordenada nos mostraba una ciudad al borde del caos las zonas rojas aumentaron y hoy no es exagerado afirmar que la mayoría de Pueblos Jóvenes tiene su propia “zona roja”.

Sin embargo, existen sectores donde esas zonas han superado a las anteriores. No es difícil encontrar en San Juan y Punchana lugares donde la Policía no cumple ninguna función y los bares de mala muerte prevalecen con todos los ingredientes delincuenciales que alrededor de ellos perviven. Lo que se llama “teletroca” es la muestra que la autoridad no sólo ha retrocedido sino que con la indiferencia ha promovido la proliferación de cuanta perversión pueda existir. En menor grado en Punchada existe una zona donde los delincuentes han ganado la batalla a la tranquilidad. En la zona de Túpac también hay un sector con estas características.

Ante esa situación las autoridades no han hecho nada. No han planteado ningún sistema de seguridad ciudadana que debería comenzar por revisar las licencias municipales de todos los establecimientos que contribuyen al caos y la delincuencia. Si existiría la voluntad de acabar con la intranquilidad ciudadana y restablecer el orden en todas las zonas consideradas rojas aquí tienen un punto de partida. Si las autoridades no lo hacen seguiremos considerándolas blancas con el delito que es igual a decir indiferentes.