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Estamos saliendo de unos días de intenso y sofocante calor. Días en que los termómetros querían reventar. Marcaban hasta 42 grados. Sí, nos sentíamos morir achicharrados y eso que estamos acostumbrados al clima caliente, pero este fue terriblemente caluroso. Pero vean ustedes. Vivimos en medio de la selva pero nuestra ciudad padece de la ausencia de árboles en nuestras calles. Son pocos los que existen. Y encima nos damos el lujo de cortarlos. De mutilarles las ramas de manera criminal.