Una muestra clara de cuál será el camino que tomará la transición de Manuel Merino será al momento de conocer al primer ministro que nombrará. A nadie le queda la menor duda que los intereses que están detrás de la vacancia de Martín Vizcarra son diversos y oscuros. Van desde traerse abajo la reforma universitaria hasta meter mano al Ministerio Público y Tribunal Constitucional para detener, en algunos casos y cambiar en otros las circunstancias legales que les han sido desfavorables a un buen número de congresistas que ahora se venden como los adalides de la lucha contra la corrupción.
Por eso conocer al que nombrará a ministros y tendrá en buena cuenta la misión de enrumbar lo siguientes ocho meses – porque esperemos que sean sólo ocho – va ser vital para detener un embalse de protesta que se está germinando. Un personaje que pueda darle cierta credibilidad a este periodo podría ayudar un poco a la imagen del Congreso y del propio Merino que en estos momentos popularmente no quieren que sea reconocido como presidente de la república por lo que representa. Y además, frenaría las ansias de medios limeños de poner contra las cuerdas este proceso.
Si las siguientes horas se desata una protesta generalizada (una posibilidad distante) pero sobre todo si los actos que presida Merino van a ser legales pero cuestionados en todo sentido, nos daremos cuenta que hemos ingresado a una verdadera inestabilidad que repercuta realmente en lo político pero sobre todo en lo económico y no hay nada más riesgoso que eso en medio de la pandemia y crisis.
Está claro que a ciertos grupos políticos, ahora beneficiados con la vacancia, les interesa sobre manera que se les allane el camino al 11 de abril. El mismo Acción Popular quiere que este periodo no sea escabroso pues se le asociará a Merino con cada torpeza y denuncia de corrupción y sus posibilidades se reducirán porque no es el periodo de Valentín Paniagua. Por eso el nombramiento de las carteras será clave en las próximas horas.