Es común escuchar, ahora que comienzan las campañas para las elecciones locales,  promesas electorales muy pintorescas que se hacen llamar innovadoras y muy cercanas y próximas a las necesidades de la sociedad que va variando con el transcurrir del tiempo. En realidad dichas promesas electorales nacen con un espíritu de satisfacer las necesidades sociales que debe retribuir un Estado moderno o solo palabras al viento con afán populista.

Como electores no podemos negar que es muy satisfactorio escuchar que los candidatos hagan propuestas que mejorarán la calidad de vida dentro de la sociedad, ya sea eliminando las barreras burocráticas existentes o mejorando los servicios públicos. Pero los antecedentes nos dicen que tan solo son promesas populistas que tienen el único objetivo de alcanzar poder y no generar valor público, entendido como la capacidad de innovar, mejorar y adaptar los procedimientos aplicados a servicios públicos, leyes, regulaciones y otras acciones; lo cual es necesario de acuerdo a la evolución histórica que modifica los intereses y necesidades de la sociedad.

Sobre este contexto, es importante tener en cuenta que el objetivo del trabajo directivo en el sector público es crear valor público, del mismo modo en que el del trabajo directivo del sector privado es crear valor privado (Moore 1998: 60). Sin embargo, muchas veces la sociedad ve al gobierno como un sector improductivo que no genera “valor”, que solo dirige las riendas de la sociedad en modo automático, limitado por las normas existentes; pero los directivos públicos deben trabajar para conseguir los objetivos marcados por los mandatos legislativos de la manera más eficaz y eficiente posible (Moore 1998: 64).

Debemos pues entender de lo descrito, que el servidor público y más aún quien ostenta el cargo por elección universal, tienen la responsabilidad de generar valor público, convirtiéndose en estrategas, en lugar de técnicos o simples politiqueros, además de tener una mirada hacia afuera, intentando averiguar el valor de lo que están haciendo y también hacia abajo, intentando determinar la eficacia y la adecuación de sus medios.

De acuerdo a lo indicado por Mark Moore, los servidores, directivos y funcionarios públicos se deben considerar o deben ser exploradores, que junto a otros, intentan descubrir, definir y crear valor público y no solo se limita a diseñar los medios para cumplir los propósitos establecidos en los mandatos, convirtiéndose en actores importantes al ayudar a descubrir y definir lo que sería valioso y contributivo para la sociedad; es decir, no solo son responsables de garantizar la continuidad de sus organizaciones, sino se convierten en innovadores al cambiar lo que hacen y cómo lo hacen (Moore 1998: 45). Es decir, para concebir o generar valor público los directivos deben encontrar una manera de integrar la dimensión política, sustantiva y la dimensión administrativa.

Al considerar lo desarrollado en la presente columna, es menester entonces a partir de ahora como ciudadanos ejerciendo nuestro control social, derivado del poder que otorgamos mediante el voto universal, exigir a los candidatos y a su círculo de asesores y gabinete de futuros funcionarios, a demostrarnos la posibilidad que tienen de generar valor público que beneficie a la sociedad en su conjunto y no conformarnos con la retórica populista a la que estamos acostumbrados o a tecnicismos faltos de sensibilidad social.

Miguel Angel Rojas Rios

Abogado

Maestrando en Gobierno y Políticas Publicas

rojasr.miguel@pucp.edu.pe

 

BIBLIOGRAFÍA

MOORE, Mark

1998      “Gestión estratégica y creación de valor público”. Barcelona. Paidos