MI OPINIÓN

Rubén D. Meza Santillán

280 (Small)Uno de los grandes males que nos castiga como sociedad es esa jauría de sacha dirigentes, que vociferan y se autoproclaman como luchadores sociales. Si, esos mismos. Que han perdido la decencia y el decoro. Son estos que han hecho de la dirigencia un modo de vida, a costa de sus organizaciones y consecuentemente, sus afiliados.

Estos personajillos, han tomado por asalto y se han entornillado en el cargo de dirigentes máximos en Juntas, vecinales, pueblos jóvenes, asentamientos humanos, Apafas, organizaciones, de base, sindicales y políticas. Hasta ungen de periodistas ahora. En todos esos espacios están ahí, en mancha, como esos zancudos que transmiten el dengue o el chikungunya. Son una especie que se resiste a ser extinguida. Muy por el contrario, se reciclan, mutan, rotan, reinventan o simplemente se hacen los caraduras y punto. Son una raza distinta.

En estos tiempos, con nuevas autoridades, están merodeando por el entorno de los que consiguieron la confianza del voto popular. Están vendiéndose, están ofertándose al mejor postor. Son como esas prostitutas que se ofrecen abiertamente al que le suelta más billete. Y aquí, vale hacer un paréntesis, para decir que si estas sanguijuelas existen es porque hay gente dispuesta a mantenerlas con vida, figurativamente hablando. Fueron, son y serán seguramente, muchas autoridades las que para tenerlos dóciles y no ladren a su gestión, los convocan y pagan por su silencio. Además, que el valor agregado es atacar al opositor. Por unos miles de soles, se lanzan de frente a la yugular. Son un mal necesario para las autoridades. Y mientras estas, no se sacudan de estas garrapatas. Piña, tendremos que soportarlas.

Desde que tengo uso de razón las cosas han funcionado así, solo que en los últimos 30 años, estos “líderes” se han vuelto muy descarados y lindan con la delincuencia, o simplemente ya lo son. Porque basta recordar que en este país, la injuria, la calumnia, la difamación, el chantaje, entre otros, son delitos.

Eso de “la vocación de servicio” o “amor a mi pueblo”, en esta época son frases huecas e inservibles. Hoy lo que vale y pesa es la ocasión para servirse. Hoy la frase que pesa es: no es amor al chancho sino a los chicharrones. Así este tenga triquina.

1 COMENTARIO

  1. No habia leido el primer parágrafo…pense que se referia alos «periodistas»…los refleja muy bien este articulo.

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