En estos días otoñales de fin de año he estado repasando los originales y los machotes de la novela de “El insomnio del perezoso”. En contra de la recomendación de Borges que decía que él no volvía a sus obras ya escritas. A pesar de la advertencia del gran escritor argentino volvía a ella. Al hacerlo me llevé una gran sorpresa que trataré de enmendar si puedo. Sí, porque si no la conciencia no estaría tranquila. La releía porqué repasaba sobre mi amiga Sulamita Gottlieb, a quien fue dedicada la novela. Una cosa llevó a la otra. En la búsqueda por Internet sobre la pista de Sula, infelizmente, encontré la información que ella había fallecido hace cerca de veinte años y yo ignoraba que no estuviera en este mundo. Al enterarme me dejó una gran desazón. Cuando un amigo o amiga parte en esas circunstancias te deja el alma patidifusa. Con mal sabor de boca. Es una putada que te juega la vida. Y esto llevó, gran tentación, a que volviera ha ojear ojeaba la primera novela “Estanque de ranas” y, desgraciadamente, ¿será una maldición de volver a releerla?, de mi parte encontré un gazapo, un yerro tremendo. La equivocación es mía porque en la corrección que hice a mano había garrapateado y que en la versión digital se me había pasado dejarla en limpio. Se mencionaba en la novela: El Ministro de Relaciones Exteriores, un famoso historiador. Lo que se quiso decir era: El Ministro de Relaciones Exteriores, un político emparentado con un famoso historiador. Así dejo aclarado para evitar confusiones y pido las disculpas necesarias por el gazapo. Lo sugerente del yerro es que mi amiga donde quiera que esté me envío esta señal, y felizmente esta vez, estuve atento. No como cuando partió y yo no me había enterado de su fallecimiento. Gracias Sula, otra vez.

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