Cuando nació la luz de la Amazonía, apareció en medio de colores rebuscándose entre las fibras de la  llanchama. Y una imagen femenina y transparente fue la que se desprendió de la luz del bosque sobre aquel lugar que dejó de ser mito para convertirse en una realidad llena de luz de colores. Entonces fue la mujer que se hizo luna sobre la selva amazónica y desde entonces el rostro del cosmos tuvo rostro de mujer, de dama amazónica que gobierna sobre los colores de la noche y de la tierra.

No existe alguna representación más brillante del cosmos y de la realidad amazónica dentro del mito que las que representan los cuadros de Gino Ceccarelli. Toda una filosofía pictórica que ilumina la imagen de una tierra que por años fue siempre visto dentro de un ortodoxismo mitológico y que Gino Ceccarelli irrumpe ese sendero de visiones para demostrar que la Amazonía no solo es bosque y soledad, sino que de ella nace, junto al cosmos, el arte de la representación pictórica. Todo un científico del pincel, con una genuina marca que nace de un largo procesos de construcción de técnicas que ha ido apropiándose por su viaje por el mundo, Gino termina creando una estilo propio que hace que los sueños, los mitos  y la cosmovisión se conviertan en la realidad amazónica que deja a un lado aquel realismo urbano, lleno de folclorismo citadino para hacer del arte la mejor teoría de un expresionismo genuino e inimitable. Gino deja en cada pincelada su nombre envuelto de colores con almas de sueños imponiéndose en la oscuridad de su fondo. Como la misma vida, la valentía de su iluminación vence la oscuridad que persigue y busca habitar en los colores.

La mujer es un personaje consecutivo en casi toda la obra de Gino. Si más es sabido que no se puede negar el valioso aporte en la representación del hombre amazónico en toda su vivencia rutinaria, urbana y rural, real y mitológica  como eje central de su  arte, es la mujer amazónica  la protagonista que se apodera del escenario para fijar el punto de la preservación amazónica en los papeles que ella juega. Es la mujer amazónica, la misma que es luna por las noches, la que desciende como óleo sobre aquella tela apasionada y ansiosa de escenario. Ella representa todo los papeles del mito amazónico para contarnos un sueño dentro de una realidad concebida por nosotros mismos, la verdad del sueño que siempre ha sido realidad. La imagen de la mujer en las obras de Gino es una sola, un mismo rostro que representa la universalidad de un todo femenino. Un solo cuerpo con sus leyes de hermosura y variante armónica la que vence sobre la oscuridad con su luz de luna humana para destruir el silencio de la soledad y el vacío de la nada. La mujer siendo viento o sueño desnudo que va  rompiendo la soledad de la existencia con ropa. La mujer que avanza hacia el conflicto de las leyes de la naturaleza para apoderarse del viento y volar como máxima expresión del apoderamiento de su mundo.