Esta fiesta con su color, alegría, tradición y hasta aromas característicos de la selva, se convierte en una de las máximas expresiones culturales del pueblo. Jugar carnaval sí, pero mucho mejor si todo no es más que un buen pretexto para danzar en torno a la humisha, salir a recorrer las calles en comparsas y contagiar de esta algarabía los visitantes.