Túnez (II)

Por Miguel DONAYRE PINEDO

Una de las virtudes de mi amigo madrileño y madridista es patear [caminar con vocación de cartero] la ciudad. Así que el día prometía. Antes señalar que llegamos a un hotel que estaba dentro de una zona histórica, Cartago. Sí, la antigua ciudad romana que nos enseñaron en el colegio y vimos en las películas. Es más, por los alrededores hay muchos vestigios de esa época, a tiro de piedra de donde nos hospedamos visitamos un cementerio púnico. Así que dormíamos conla Historiacon mayúscula. En primer día visitamos el centro de la ciudad que por el caos me recordaba a Perú, hay que pasar como toreros regateando los carros que se te vienen encima. Las reglas de tráfico se cumplen tenuemente, casi no son ostensibles. Hicimos un largo recorrido porla Medinaque es un enorme mercado y llegamos hasta una antigua mezquita que en sus columnas tiene el sello romano. La vimos por un lado porqué la nave central estaban en plena oración y limitado el tráfico de personas. Luego ante mi insistencia fuimos por una antigua judería tunecina [José Luis había recogido algo de información]. Cuando expulsaron a los judíos de España uno de los destinos de acogida fue Túnez y es muy célebre la ciudad de Djerba donde una vez al año acoge a judíos sefarditas del norte de África. La huella judía quedaba en las estrellas de David que orlaban puertas y las paredes de las casas. El día era bueno, de sol. Para cerrar con broches de oro el día comimos en un restaurante de nombre Café Verde, de exquisitos platos a base de pescado. Claro, casi muertos llegamos al hotel.