No se necesita tener dos dedos de frente para darse cuenta de que esta es una mala obra. Los vecinos del lugar se cansaron de advertir a los responsables de lo que a simple vista ya era un escándalo. Pero que deben tener en la cabeza -o en el bolsillo, dirán algunos- los de Punchana y la constructora, para que esto, les parezca la octava maravilla del mundo.