Existe la vaga posibilidad de haber hecho lo necesario por cambiar ciertas características de esta compleja realidad. Existe la mera posibilidad de haber tirado la toalla, sin fin supremo alguno, por tan solo cumplir el deseo inmediato de alimentar mi ego. Cabe la posibilidad de haber entregado todo, por todos y con total compromiso sin haberme importado las barreras de tiempo y espacio. Este último puede que haya sido olvidado.

Tal vez, haya llegado a pensar – igual que más de un lector – que existir no tenga mayor sentido dentro de un sistema: donde las grandes potencias mundiales ofrecen ayuda a las naciones en vía de desarrollo con un alto interés financiero que termina en una dependencia eterna, donde los medios de comunicación no hacen más que usar el sensacionalismo en la transmisión de la información y presentar uno que otro “reality” como cortina de humo con tal de evitar una revolución en contra del devastador gobierno, donde cuestiones como el entretenimiento asumen mayor importancia para el ciudadano que sus derechos y necesidades fundamentales, donde la inversión en educación representa una decisión innecesaria porque no genera riqueza para los inversores, donde la cultura ha quedado olvidada burdamente y  conocer de farándula  es lo que está de moda, donde las dictaduras son pugnas individuales de aquellos que no pueden dominar sus almas y creen que controlando las almas ajenas consiguen ocultar sus mediocridad.

Tal vez, este sea la oportunidad única de la nueva generación para lograr la paz en el mundo, pero, los “encargados” de alcanzar ese sueño innato de nuestra especie parecen perder la batalla contra sus aspiraciones personales y los miedos poco a poco los hunden en el abandono. O tal vez, esa responsabilidad no sea nuestra – ya nuestros hijos y sus hijos se encargarán de ese rollo –, entonces queda justificado quitarnos esa preocupación de nuestras vidas y seguir intentando sincronizar nuestra desperdiciada inteligencia con la mediocridad y la mentira.

¿Tiene sentido no intentar cambiar, a pesar, de tener las condiciones y capacidades para hacerlo?

Un cambio global necesita de individuos globales. La religión, la raza, la riqueza, el país, el idioma, etc., ya no tienen que ser barreras para lograr comprendernos, valorarnos y extrañarnos. Además, siempre se ha escuchado a más de uno decir que la unión hace la fuerza, pero, realmente aquel a tratado de unir esperanzas o solo fue un desgaste fónico.

Entonces, vale realmente interiorizar ese lema y aplicarlo, sino la paz no será posible. Desde nuestro hogar, con los hermanos, vecinos, amigos, maestros, compañeros, el hecho intentar ser diferentes.

Pero, tal vez vivir no sea para tanto, mientras tanto, tal vez… – repetiría en más de una oportunidad estos versos hasta comprender el valor de nuestra existencia.