Escribe: Jorge Carrillo Rojas

Hoy 5 de enero Iquitos cumple 153 años desde que se declarara como fecha de aniversario de fundación del puerto fluvial de Iquitos sobre el río Amazonas.  Algunos escritores e historiadores sostienen que como ciudad no tenemos fecha de fundación.

Más allá de lo que digan los entendidos en la materia y tengan o no razón, existe un decreto ley 14702 que señala que el 5 de enero de 1864 es una fecha para celebrar. Y si de celebrar se trata, se debería hacer con la pomposidad que manda el aniversario de una ciudad.

De un tiempo a esta parte, los 5 de enero pasan casi desapercibidos. Las celebraciones en los últimos años se han circunscrito a bailongos, misas y desfiles. Creo que no existe en la memoria colectiva de los pobladores alguna actividad que se recuerde con agrado.

Y es que ni nosotros mismos, menos los afuerinos, salvo honrosas excepciones, parecen sentirse orgullosos de la ciudad que los vio nacer o que los acoge.

Basta con recorrer la ciudad para darnos cuenta que la mal llamada: “isla bonita”, solo  es una frase y expresión mentirosa.

No podemos ser una “isla bonita” teniendo pistas en mal estado. Contando con un pésimo servicio de energía, con telecomunicaciones para el enojo y grifos que en vez de expulsar agua sopla viento.

No podemos alegrarnos diciendo que somos una “isla bonita” cuando la mala obra de alcantarillado nos inunda hasta el cuello. Cuando el coliseo cerrado, el único con el que contamos, está descuidado y llueve más adentro que afuera.

Podemos decir con orgullo que vivimos en la “isla bonita”, cuando nuestras autoridades andan desunidas, generando que los perjudicados finalmente seamos los pobladores.

No quiero ser pesimista, pero la realidad nos demuestra que caminamos como sociedad como el cangrejo. Vamos para atrás.

Y les apuesto doble contra sencillo que hoy en la misa y en el estrado oficial para el desfile cívico militar, las principales autoridades  brillarán por su ausencia, ojalá que este presentimiento me tenga que restregar en la cara, y no tengamos a la alcaldesa Adela Jiménez sola, sin sus colegas distritales y sin la presencia de la máxima autoridad, es decir, el gobernador Meléndez.

Podemos pedir que los pobladores estemos unidos y orgullosos celebrando un aniversario cuando nuestras autoridades están cada una por su lado.

Aunque también tenemos que ser capaces e hidalgos en reconocer que nosotros los pobladores generamos que no vivamos en una “isla bonita” cuando fácil podríamos lograrlo. Somos nosotros los que arrojamos los desperdicios en las calles ensuciándola más. No respetamos los semáforos. No respetamos a las personas mayores. Somos los primeros en molestar a los vecinos con el excesivo ruido. Cuando usamos las veredas como estacionamiento y los transeúntes tiene que caminar por las pistas con el riesgo que los atropellen. Y paro de enumerar hechos porque faltará espacio.

A los que ya hemos pasado las cuatro décadas el pesimismo quizá nos haya ganado. Pero sí estamos a tiempo de trabajar con las nuevas  generaciones buscando una sociedad mejor para ellos.

Ya no pensemos en nosotros sino en: Juan, David, Mathías, Ruperto, María, Andrea, Gladys, Emilia, en aquellos niños, adolescentes y jóvenes que sí merecen en un futuro no muy lejano, vivir en una verdadera isla bonita.

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