Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas

coquicarrillo@yahoo.com

Dios quiera que las próximas semanas santas no sean para escribir sobre hechos lamentables.

El año pasado en Jueves Santo la carretera Iquitos-Nauta se partió en varios tramos. Este año el Viernes Santo nos dio la lamentable noticia de la desaparición y posterior rescate del cuerpo de un reconocido médico ahogado en las aguas del río Amazonas, cuando visitaba Iquitos y realizaba un tour turístico junto a su esposa.

Sin duda es para pedir a nuestro señor Dios todo poderoso, que a futuro las semanas santas sean diferentes. Pero yendo al incidente del viernes de la semana pasada hay mucho por escarbar.

Una pequeña embarcación surca las aguas del caudaloso río Amazonas llevando consigo, además de la pareja de médicos, a visitantes españoles, argentinos e italianos. Algo que pasó desapercibido debido a la tragedia que involucraba al médico peruano y que por su labor, generó la reacción de sus colegas e incluso sus pacientes para que lo encontraran.

Sin duda que la vida está primero y buscar lo que generó el incidente fluvial queda en un segundo plano.

Rescatado el cuerpo y luego de darle la cristiana sepultura queda, sin duda alguna y que no quede o caiga en saco roto, saber qué pasó realmente la mañana del viernes santo en las aguas del río Amazonas. ¿Iba la embarcación de la empresa Cumaceba con los chalecos salvavidas como estipula las normas de navegación? Si llevaba consigo los chalecos salvavidas ¿Por qué los pasajeros, más aun los que no sabían nadar, como al parecer sucedió con la esposa del médico José Efraín García Reyes, no se pusieron o exigieron este vital implemento de seguridad? Sin duda interrogantes que deben formar parte de una investigación seria porque lo que se ha perdido es una valiosa vida.

Y este punto, la falta o desidia de usar el chaleco salvavidas mientas se navega por los ríos de la Amazonía es, sin duda, de doble responsabilidad. No solo de la empresa fluvial que muchas veces no cuenta con este implemento de seguridad, sino de los propios pasajeros que contando con este implemento de navegación no usan los mismos y en muchos casos no reclaman por uno de ellos.

Este columnista ha recorrido durante muchos años en forma irresponsable los ríos de la Amazonía sin portar chaleco de seguridad y por suerte no tuve accidente más allá de algunos percances propios de la navegación. Con los años aprendí que más allá de la incomodidad que pueda acarrear el uso de un chaleco salvavidas, este puede cumplir en su momento su papel: salvar vidas.

En el incidente del último viernes sin duda que hubo responsabilidad compartida. De los administradores del albergue y de los propios pasajeros al momento de salir a una excusión por el río, sin llevar consigo un implemento necesario para navegar. Irresponsabilidad de la empresa de no haber contado con el mismo y de los propios pasajeros por no haber exigido o usado, en caso hubiese habido, este implemento en la embarcación. Es responsabilidad de uno mismo cuidarse.

Y existen ejemplos de desidia e irresponsabilidad como, por ejemplo, cuando en un avión al anuncio de apagar el celular antes de despegar o aterrizar muchos se hacen los locos y no lo hacen. Cuando, por ejemplo, el anuncio en una carretera señala no ir más allá de cierto nivel de velocidad y simplemente omitimos al mismo.

Es hora de empezar a hacer que las normas se cumplan y eso pasa por quienes hacemos uso de un tipo de servicio, exijamos que se cumplan los requisitos elementales en todo orden de cosas. Sea este servicio fluvial, aéreo, terrestre, servicios básicos, entre otros, que acarrea el pago por el mismo.

Es hora de empezar a hacer respetar nuestros derechos y cumplir con nuestros deberes.

Es hora de que las empresas turísticas, salvo excepciones, ofrezcan un servicio con todas las garantías del caso y los sectores encargados de supervisar los servicios turísticos y fluviales realicen bien la labor que les compete. Caso contrario estamos jodidos y mejor sigamos viviendo en el país en donde el más fuerte es el que gana o el más vivo tontea al más ingenuo.

@reporteropro