Es de los pocos niños que justifica y defiende las acciones de la Iglesia por Semana Santa, de hecho ya logró algo que desde la adolescencia me parecía inamovible en mi conducta: volverme a ponerme de rodillas durante la liturgia y de paso golpearme el pecho tan contante y sonante y con un estruendoso “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”. Con sus dos manitoss elevados al cielo durante el ingreso del sacerdote, pienso que debe estar muy alejado de todos los dilemas en función al significado terrenal de lo que hoy es Semana Santa, y esta bien que sea así, porque durante su vida, Santiaguito que apenas tiene 4 años ahora, se dará cuenta que mucha agua ha corrido bajo el oscuro puente de la fe y que esos personajes sombríos y muy alejados que dictan las ceremonias de la iglesia católica, están ahora tan cuestionados como cualquier político de nuestra actualidad nacional.

Pero no importa él sigue con las manitos en dirección a su rostro y yo me felicito que sea la Iglesia y su organización de valores occidentales los que puedan decirle que existe un Dios, una virgen y un hijo que murió por nosotros. Porque además se sabe toda la historia con detalles tan minúsculos que sólo se enseñan en ese colegio San Jerónimo, el más antiguo de Arequipa donde todo huele aún al seminario que fue hasta hace poco y hasta las paredes solemnes adornadas con santos dicen que ese es un colegio donde no hay ninguna duda que la Semana Santa tiene que ser el mayor de los actos de fe que puede presentar un católico. Y yo me sorprendo porque un niño puede estar debilitado ante otros que a esas alturas ya están empezando a jugar a las guerras o que sus papás estén en la búsqueda del mejor entrenador de futbol que pueda hacerle pegar con la mayor rudeza esa esfera hueca.

Al menos me consuelo leyendo un informe científico que señala que los niños hasta los cinco años no tienen los recuerdos imperecederos y que sus músculos no están preparados para los deportes rudos y lo que se debe obtener es básicamente coordinación y psicomotricidad. Bueno eso seguro no saben los entrenadores. Pero al menos habrá una foto y en ella, Santiaguito seguirá saliendo con sus manitos juntitas con dirección al mentón el cual está enfocado hacia arriba. Espero que  los años se ría de su rostro inmaculado y no pida que me arrodille en Semana Santa en la iglesia y que tampoco me pida que compre todos los pasajes del calvario de Jesucristo y luego me traiga su cuaderno de religión para hacer la tarea juntos, sobre todo esa donde señala que él que tiene que colorear a todos los hermanos de Jesús y yo a los romanos que lo mataron y por lo cual el cielo se nubló y llovió tempestades.

No quiero desanimarlo diciendo que hoy todos, sus tíos por ejemplo que también tuvieron fotos de acólitos hasta adolescentes, están buscando o escogiendo la muchacha con la que irán al Cañón del Colca, a la Playa o a un hotel y están pidiendo plata a sus padres para tomarse si es posible todo el ron que ahora escasea pero que se vende al doble, de todas maneras. Aún no se da enterado por ejemplo que la mayoría de la gente piensa que en Semana Santa es comer lo más rico posible pero sanamente y se va a los mercados en pugna por los mejores pescados de los mejores mariscos, de las legumbres más frescas. A el sólo le interesa rezar y esperar que los romanos se mueran en medio de las películas de estos días.

El colegio está haciendo su trabajo y el sistema también pienso. Aunque no quiero meditar ni filosofar sobre lo religioso y su organización para utilizar fiestas como estas y seguir intentando retener a sus fieles. Pienso mejor que es bueno que la iglesia sea la que eduque con estos valores, aunque es malo siempre que se adueñe educativamente hablando de la honestidad, la bondad, el coraje, la persistencia, en fin. Como recurso estratégico para motivar esta bien, pero ojala entiendan que no siempre la educación sin religión es mala, pero en fin, de eso no creo que me entienda Santiaguito, mi hijo, que antes de irse “de vacaciones” por cuatro largos días el profesor le ha pedido que debe recorrer las 14 estaciones a semejanza del que recorrió durante el calvario Jesucristo.

Eso ya me parece una exageración, porque 14 estaciones contemporáneamente hablando son 14 iglesias y se entiende que si son las más grandes o las más significativas o las que distan más lejos una de otra, entonces el sufrimiento será al menos el 0.000001% de lo que sintió Jesucristo. Porque hay que hacerlo caminando, claro, él dos iglesias y cargándolo yo el resto de las 13. Y lo peor también hay que ayunar desde el jueves santo, hasta el sábado de gloria, ahí ya me he puesto a pensar que le están metiendo muchos códigos religiosos a los niños que asisten a ese colegio al que los padres los han puesto porque están enterados de su buena educación y de su prestigio, más no de su calvario en Semana Santa, pero no importa, seguro  que mientras recorra las estaciones y talvez ayune, también pueda reencontrarme con ese adolescente perdido en alguna parte de mis alforjas sentimentales y que hacía lo mismo pero por conocer gente, para saber hasta donde la fe puede cegar también a las personas y cuánto puede aún la religión en las mentes de nuestros hijos.

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