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Por más que muchos pueden decir que en política en el Perú no hay nada escrito. O lo impredecible que es el elector peruano puede llevarnos a que en un santiamén nazca un out sider o un donnadie con floro y buen feeling y de pronto gane una elección, lo cierto es que para las próximas elecciones el partidor político es consistente y hasta esperanzador.

De hecho va seguir la presencia fuerte de Keiko Fujimori. Aunque la verdad 10 años de bancadas fuertes y una sobre exposición que se asemeje a ejercer el poder en la vida práctica, va ser un sobre peso que le reducirá su capital político, excepto exista un populismo bien aprendido para actuar con la pertinencia que necesita. Parece que sí.

Por otro lado estará de todos modos Verónika Mendoza y si su bancada hace una labor eficiente y ella se dedica a hacer un trabajo político por todo el país al estilo Keiko pero con sus propios perfiles, de hecho que será un espacio recuperado de la izquierda que podría tener su oportunidad. Lo mismo ocurre con Alfredo Barnechea que podría sumarle el hecho que electoralmente no se jugó ni por PPk ni por Keiko. Esa consecuencia le podría rendir réditos a la luz del 2021 y claro también estará Julio Guzmán que obviamente con un discurso tecnocrático pero con una aquilatada experiencia para entonces será un candidato a tener en cuenta.

Si esto sucede estaríamos hablando de una renovación de figuras políticas para el centenario de la república. Y con un solo partido (el de Acción Popular) con una figura que destaque. Así, el Apra y el PPC podrían ser los relegados si no existe una reingeniería que pase por dejar de lado a los dinosaurios que se empecinan en sostener.Y estamos hablando de figuras que tienen para rato. Pues tanto Junio Guzmán, Keiko Fujimori y Verónica Mendoza tienen cuerda para por lo menos cuatro procesos electorales más, de no mediar algo similar a la destrucción política tan rápida como la que tuvo Ollanta Humala y su esposa.

Pues si de algo se puede estar seguro es que un gran sector de la población no perdona la traición. Es cierto que se vota tanto por miedo que por esperanza al momento de elegir un candidato, pero la traición y el descaro (la corrupción negada) no están permitidos. Le pasó mal Apra que abandonó sus orígenes, le pasó ahora al nacionalismo. En ambos casos, de no volver a resucitar lo que se puede comprobar en el siguiente lustro, habrá quedado sentada una sentencia política. Si defraudas desapareces.

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