Por Miguel Donayre Pinedo

Cada vez que hay elecciones políticas a la vista, y más si son nacionales, se escucha, ya es un lugar común, que no hay propuestas sobre la Amazonía, salvo el baile de los tributos. La cantaleta suena tal mal que uno empieza a sospechar que es una preocupación inane. Lo dicen propios y ajenos, quizás en tono de regaño hay que decir que los amazónicos y amazónicas no hemos hecho lo suficiente para derribar ese tópico que nos asfixia. Durante los años ochenta,  donde se inauguraron las elecciones políticas, no he escuchado una seria propuesta sobre la selva. Lo que sí existen sobre medidas parche que luego son desmanteladas como ha sido el caso del IIAP [con un ministro presumiblemente ambientalista, ¿qué tal si no lo era?] o el caso de los impuestos que suben y bajan de acuerdo al autor de la iniciativa, pero una propuesta de largo alcance tomando en cuenta las diferentes Amazonias existentes y diversos actores sociales, es casi nula o inexistente. Es nuestro error, y debemos admitirlo, que la floresta y sus soluciones no estén en la agenda de los políticos y políticas de pensamiento cerrilmente centralista.