200 Cerbatanas (Small)

Hay gente que cree que si gana Verónika Mendoza el Perú se convertirá en Venezuela o una especie de gobierno socialista con control de precios y sin papel higiénico. Nada más lejos de la realidad. El peruano es más liberal en términos económicos que, así la política del Frente Amplio sea así de exagerada, habrá siempre recursos micros del empoderamiento comercial que se ha generalizado y es tan potente en la sociedad que ese intento se frustraría, no por cuestiones políticas además, sino por inviabilidad social.

Por el contrario hay gente que piensa que si gana Fujimori se recortarán los derechos sociales, habrá un autogolpe y las FF.AA. y la corrupción gobernarán. Sobre lo último tal vez sea un hecho permanente, pero no sólo porque Keiko llegue al poder sino porque el robo y la cleptocracia parece ser una renovación cada cinco años. Un trámite electoral. Hay estas dos opciones claras que el elector ha identificado cada vez con mayor claridad. Verónika Mendoza propone una intervención mayor del estado en los asuntos que antes han sido meros negocios para el país. La minería, el gas, la pesca, las finanzas, etc.

Y si no lo han identificado Keiko sigue con su impertérrito 35% porque para ese sector el Estado estuvo presente cuando su padre fue gobierno. ¿Sino como creen que su mejor valor político de derrotar al terrorismo y la inflación se logra? Es con su presencia a través del estado, claro, pervirtiéndolo en muchos casos, pero la sociedad reclama cercanía de algo que le pertenece y pasa por alto o es secundario para el ciudadano temas como la corrupción o el atropello de los derechos. En ese entonces lo urgente fue solucionado.

Ahora estos dos enfoques están en competencia. Una con términos más ideológicos y generando consensos como es el caso de Verónika Mendoza y Keiko con un discurso práctico con reminiscencias del pasado pero con aparato político que le agradan a la mayoría de medios nacionales y grupos de poder. Pero el ciudadano reclama algo que no sé si será capaz de soportar cinco años más. Reformar el estado para que le sea amigable y servil para su destino.

Esta reforma no implica sustituir los derechos económicos que ha ganado, su libertad de competencia o su equilibrio fiscal micro. El poblador lo tiene claro, sólo quiere que el Estado le ofrezca mayores servicios. Educación de calidad, salud y que no le pongan trabas al momento de gestionar cualquier trámite. Quiere sentirse en un primer mundo. Es claro que a mayor consumo mayores son sus requerimientos de calidad. Aquellos que añoran que esta competencia electoral es una lucha entre dos modelos es en realidad una añoranza más que un hecho.

Incluso eso de cambiar la constitución no deja de ser un procedimiento administrativo para el poblador. La reforma del estado es la revolución pendiente, la verdadera transformación, la hoja de ruta radical y para eso no se necesitan garantes ni credenciales democráticas (como ya hemos visto) sólo decisión diestra o siniestra.

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