Loreto era visto hace cinco décadas atrás como un organismo poco desarrollado al que le faltaba unas vitaminas para crecer y consolidar sus órganos internos, sus músculos y sus huesos. Entonces se pensó que esas vitaminas debían ser unas exoneraciones tributarias con las que la región más grande del país asimilaría mejor los nutrientes y ganaría pujanza y vitalidad en el camino de su existencia territorial. De acuerdo a esta receta de los sesenta, en unos diez años, Loreto debería ser un departamento fortachón y vigoroso, diferenciado nítidamente de sus demás hermanos.

Una evaluación realizada unos doce años después, arrojó que Loreto seguía siendo un organismo famélico nada diferente del momento en que se le había empezado a administrar las vitaminas exoneratorias. A los estrambóticos médicos que estaban tratando el enfermo -que dicho sea de paso vestían de kake, calzaban botas, usaban quepí y llevaban galoneras en los hombros- les parecieron insuficientes las primeras vitaminas y no se les ocurrió mejor idea que adicionar al tratamiento vitamínico un brebaje especial denominado reintegro tributario con lo que, estaban seguros, Loreto llegaría a la balumba por una vía directa y sin escalas.

Nada funcionó, sin embargo. Llegando a los años ochenta, Loreto era un organismo que además de famélico, se había vuelto anémico. Una anemia que requería con urgencia de calcio y de hierro para que la gravedad de su situación no vaya en aumento. Ese calcio y hierro fue el canon petrolero que le costó grandes luchas al pueblo loretano y que parecía iba a arreglar los desbarajustes en la salud del paciente. Efectivamente, el canon petrolero empezó a dar sus primeros resultados, pero pronto nos dimos cuenta que no serviría de mucho porque las dosis no fueron bien administradas.

Es así que a principios de los noventa, Loreto tenía tres tratamientos: las primeras vitaminas exoneratorias, el brebaje especial del reintegro y el hierro-calcio del canon petrolero. Empero, si bien es cierto ya no estaba tan anémico, ahora se había vuelto artrítico. Varias voces, entre las que me cuento, empezaron a señalar, en esa época, que el culpable de esa artritis era el brebaje especial. Era nocivo para el enfermo que junto a las exoneraciones tributarias y al canon petrolero, tenga reintegro tributario. No tenía sentido tomar las primeras vitaminas más el calcio-hierro y, al mismo tiempo, chuparse el mejunje preparado por algún brujo fenicio que venía envenenando el cuerpo y el alma de Loreto. Teníamos la certeza que esa pócima estaba inhibiendo la absorción de las vitaminas y calcio-hierro volviéndolo artrítico, cortoplacista, inmediatista, remolón.

Alrededor de 2006, el Estado empezó a transferir además nuevos recursos de tesoro público a la región, un tónico que podía ayudarnos a revertir esa odiosa artritis que nos tuvo postrados por largos años. Eso volvía más incomprensible que Loreto siga bebiendo de ese potingue. Pese a toda la argumentación, el  maligno brebaje continuó administrándose, tanto así que hasta se negó la posibilidad de canjearlo por más calcio, es decir, por más inversiones en obras como fue la oferta que el segundo gobierno aprista hizo en el año 2007.

De esta manera llegamos al año 2015, cuando de repente, en enero de ese año, ocurrió algo que se había avizorado hacía tiempo atrás, pero que nadie le dio importancia hasta que sucedió: el canon petrolero, es decir, el calcio-hierro de nuestra dieta se esfumó entre el bajón de los precios internacionales del petróleo, el cierre del oleoducto y los conflictos sociales de los derrames provocados y no provocados. La receta urgente, por ello, es regular las dosis de las primeras vitaminas y  administrar nuevas vitaminas que cubran el déficit de calcio-hierro que perdimos cuando el canon petrolero se esfumó. Esas nuevas vitaminas pueden provenir de dos fuentes: uno, de las inversiones públicas y privadas, y dos, del canje del pernicioso brebaje por más calcio-hierro. En eso estamos.

Hay que señalar, finalmente, que tenemos un problema que aún no hemos solucionado. Cuando le administraron a Loreto las primeras vitaminas no eliminamos los parásitos que había en su tracto digestivo. Igual ocurrió con el canon petrolero que fue succionado por otros parásitos hasta 2014 en medio del despilfarro y la farra presupuestaria. Hoy, la recuperación de la vigorosidad de Loreto, impone también quitar el brebaje y la parasitosis que éste ha traído consigo.