“De manera que es una pendejada”, dijo en 1976 -mucho antes que ganara el Nobel- Gabriel García Márquez cuando el periodista German Castro Caycedo le dijo que la gente piensa que le dio la espalda al país por el hecho de no vivir en el territorio donde nació. Además, Gabo, aseguró que eso no lo decía la gente sino los “izquierdistas de pacotilla”. Punto.

El comentarista político Luis Daveloui afirmó hace poquito “Contrario a lo que algunos piensan, votar en blanco es una alternativa tan legítima como votar por un candidato u otro, por simpatía, estrategia o porque te da la gana. El voto en blanco no significa “que otros decidan”, significa “ninguno me representa”. Si no te gusta ninguno de los dos y te da igual Miss Bagua que el Grupo Colina, estás en tu derecho”. Atendiendo a criterios políticos y éticos la izquierda tiene un camino viable y coherente: rechazar a ambos candidatos presidenciales.

El analista político Carlos Meléndez en un diario nacional comentó: “El voto en blanco y viciado no es una opción menor. Por el contrario, es el mayor daño posible que se puede hacer al establishment ppkausa-fujimorista que gobernará el país desde julio, independientemente de quien gane el balotaje. Cuanto mayor sea el porcentaje de nulos y en blanco, menor la legitimidad del poder estructural. El voto inválido resume emblemáticamente el sentido político y ético de la izquierda. En el primer sentido, gana la iniciativa de la representación del descontento; en el segundo, se erige como voto principista, de conciencia, innegociable. Así que si no votas viciado, no eres de izquierda pues. No florees”.

Así que he tomado arbitrariamente dos fragmentos de cientos de comentarios que aparecen en los medios de comunicación, y que seguro aparecerán con mayor frecuencia conforme se acerque el 5 de junio, y desde el archivo digital he tomado la frase sonora de Gabo, ese grande de la literatura universal que al momento de hablar no se andaba con rodeos y decía al estilo guajiro a la pendejeda pendejada y a la belleza belleza, para traerlo a las elecciones peruanas para gritar: no me vengan con esa pendejada de votar por uno y otro cuando hay otras alternativas.

Una cosa es tener en frente dos opciones porque el sistema así lo evidencia y una muy distinta optar por alguno. Una cosa es saber que uno es menos dañino que el otro y una, recontra distinta, es ponerse en un afán proselitista por alguno. Una cosa es que uno quiera desterrar lo pasado mientras que el otro prometa un futuro distinto y una cosa, más que distinta, que nos vayamos con uno de ellos. Entre ambas opciones la que mejor se presenta puede ser uno pero eso no quita las amarras al sistema que tienen ambos. Y yo pregunto: ¿acaso la mayoría no somos antisistema? Claro que sí. Entonces votemos en contra del sistema y no por uno que lo representa. Tan simple como eso. Ya veremos cómo se desarrollan los acontecimientos para soñar nuevamente, pero no me pidan que seamos parte de la pesadilla.

(*) Intento siempre no usar estos términos pero con el respaldo de Gabo, toda licencia se hace estética.