Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas

En mi aun corta trayectoria en los medios de comunicación como reportero, productor, corresponsal o como se lo llame, es la primera vez que, creo, estamos cada vez más jodidos como ciudad y como región.

Vivimos en una región a la que se le llama el pulmón el mundo, la selva de los espejos y otros calificativos y está cada vez más golpeada por la tela ilegal de madera y los constantes derrames de petróleo. Y en una ciudad, ahora mal llamada, aunque en realidad sí debería serlo, “isla bonita”.

Resulta incomprensible que por ejemplo, no se pueda solucionar o atender la demanda de un grupo de pobladores indígenas. El reclamo es justo, pero quizá el método de protesta no. Pero si de algo están convencidos los propios pobladores, es que si no toman acciones que puedan parecer radicales, no serán escuchados. Aunque por lo que se ve, por más radical que sean las acciones, mayor será la negativa del gobierno central en dialogar y atender sus demandas.

A ello se suma el desencuentro entre los indígenas y la autoridad regional, la que lleva a que nuestro gobernador Fernando Meléndez los califique de “extorsionadores y chantajistas”, expresiones que han encontrado respuesta no solo en los pobladores indígenas sino en otros actores políticos.

Los dirigentes indígenas le han dicho a la autoridad regional incapaz. Pues no pude resolver los problemas de una parte de la población indígena.

El abogado Jorge Morante ha señalado que el actual gobernador de Loreto -para quien trabajó- no tiene capacidad, ni futuro político. Sin embargo, otros personajes destacan la labor del gobernador.

Y si de autoridades se trata, los alcaldes también han recibido de su parte. Meléndez les ha dicho hipócritas, que ganaron por él y en respuesta los alcaldes han tratado de ser diplomáticos, salvo la posición frontal de Euler Hernández.

Quién diría que hace un año y 10 meses atrás, todos pensaban que los alcaldes y el gobernador regional, todos de la misma agrupación política, iban a trabajar en forma armónica por los pobladores de los distritos de San Juan, Punchana, Belén e Iquitos, y simplemente esa expectativa cayó como un castillo de naipes. Y vale la pena preguntarse, con qué autoridad de otras provincias y distritos sí trabaja mancomunadamente el actual gobernador o todo es malo.

Así las cosas, estamos castigados, a que otros cinco años de gestión de las autoridades municipales y la regional caigan en saco roto y los nuevamente perjudicados seamos los ciudadanos.

No sabemos qué pecados estaremos pagando para que a estas alturas sigamos viviendo en una ciudad llena de pistas con huecos, con pésimo recojo de basura. Con una inseguridad que desborda. Con cortes de energía eléctrica, con derrame de petróleo que afecta al medioambiente y a los pobladores. Realmente estamos cada vez más jodidos.

¿Cuánto durará el paro indígena? ¿Cuándo tendremos a nuestras autoridades realmente trabajando por la región y sus pobladores? ¿Cuándo tendremos una ciudad decente? ¿Cuándo podremos decir que Iquitos, sin tener en cuenta a otras ciudades de la región, es la isla bonita? Realmente no lo sabemos.

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