Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas

A pocos días de la celebración del día del periodista, un colega, de los de la vieja hornada se acerca hacia mí y me dice al oído: el gobierno regional hará (o hizo) llegar una tarjeta de saludo porque no tiene dinero para agasajo. Escuchando esto me pregunto: están en la obligación las entidades públicas o privadas en agasajar a los periodistas. Creo que no. Y si lo hacen, que lo hagan con total libertad y no por la presión de algunos colegas que consideran que si no somos agasajados habrá que criticarlos.

Creo que más allá de celebraciones, debería ser un momento para un autoanálisis propio de cómo estamos ejerciendo esta labor.

Por estos tiempos, quienes gozan o se divierten son las autoridades de turno, quienes desde su ventana ven a los colegas lanzarse dardos mutuos por defender a tal gestión o por criticar a otra.

Por estos tiempos, los periodistas, y me incluyo, estamos más preocupados por lo que dice uno o tal colega, sobre tal o cual autoridad, para, en forma inmediata, atacar o esperar ataques.

Vivimos en una suerte de que hay que tener cuidado sobre cómo nos referimos a las autoridades, porque dependerá de ello para ser considerados buenos o malos en el periodismo.

Simplemente nos hemos olvidado de nuestra verdadera labor. La de ser un nexo entre la población y sus autoridades. De buscar que el erario nacional se utilice tal y como está dispuesto.

No estamos para ser lame pies o manos de tal o cual autoridad. Es entendible el concepto de imagen institucional y hasta el de laborar para una o tal gestión. Pero ello no conlleva a que nos tapemos los ojos y nos cerremos la boca para denunciar hechos de corrupción y la forma en que trabajan las autoridades.

Estoy seguro que si ejerciéramos nuestra verdadera labor, no estaríamos esperando agasajos de tal o cual autoridad. Porque estoy seguro que si realmente fiscalizáramos las gestiones, seríamos los malos de la película.

Tampoco diré que jamás fui a un agasajo que se nos ofrece antes o después del 1 de octubre, porque ya pecaría de falso. Sí asistí a agasajos y asistiré a donde creo me sentiré bien y donde puedo decirle a la cara al que agasaja, que tal acción está bien o mal.

Aunque es mucho mejor aquellos auto agasajos. En el que prima la chanchita entre colegas para comprar una botella de wiski o una caja de chelas. Esas reuniones que se dan no necesariamente los 1 de octubre, y en el que muchas veces nos decimos en nuestras propias caras lo bueno o malo sobre nuestro accionar periodístico.

A dos días del día del periodista, no está demás darnos un momento de reflexión para preguntarnos si servimos o no para seguir estando en este apasionado mundo del periodismo.

Feliz día colegas, a los buenos y malos. Cada uno de ustedes califíquese.

coquicarrillo@yahoo.com

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