ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel

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Mientras algunas paredes de Iquitos empiezan a ser pintadas con precandidatos al Congreso de la República es bueno recordar a los electores y a los mismos autoproclamados que –como en otras oportunidades- será la dirigencia de Lima la que determine la inclusión o exclusión de los personajes. Así ha ocurrido siempre. Hasta en los partidos que se vanaglorian de una organización sólida. Los casos más ilustres e ilustrativos los tiene el Partido Aprista Peruano, agrupación que a través de la dirigencia regional propone nombres pero que la dirigencia nacional –donde hay varios provincianos, como el actual legislador Javier Velásquez Quesquén- dispone.

Precisamente el parlamentario que representa a Lambayeque ha declarado a la prensa que en octubre se lanzaría oficialmente la candidatura a la Presidencia de la República de Alan García Pérez. El dos veces presidente del Perú es el candidato natural de esa agrupación y su lanzamiento oficial es solo una cuestión de formas. Más allá de esa candidatura presidencial el también expresidente del Congreso de la República ha dicho que el Partido Aprista “viene promoviendo alianzas electorales con movimientos regionales y adelantó que se abrirán las listas parlamentarias para invitar a algunas personalidades del país, a fin que participen en los comicios generales”. No vamos a intentar una aproximación de los posibles candidatos y las agrupaciones que los albergarán. Pues sería tal vez un ejercicio bufonesco y por ello divertido. Pero no real. Ya que la historia enseña que muchos son los lanzados y pocos los designados y elegidos. Más aún si tenemos en cuenta que existe una cuota de invitados que la misma ley electoral establece.

Es comprensible que aparezcan personajes deseosos de convertirse en candidatos. Como lo es que la mayoría de ellos serán desplazados por quienes encuentren apoyo en las dirigencias nacionales. Porque así funciona nuestro sistema político-electoral. Y basta revisar la historia electoral de las últimas dos décadas en Loreto para darse cuenta que los que pintan las paredes antes de la proclamación oficial de los candidatos son los que al final tienen que borrarlas y, en varios casos, convertirse en colaboradores de postulantes ajenos. Ya lo verán.