Cuando sucede un hecho dantesco como el caucho hay una tendencia a trivializar los sucesos ocurridos, lo mismo pasó con las muertes en los campos de concentración en manos de los nazis, negaron que eso ocurría (hace poco un cura alemán negó que tales acontecimientos sucedieron). Los testimonios de Primo Levi, Jorge Semprún y otros sobrevivientes prueban lo contrario a estos negacionistas (desgraciadamente de lo ocurrido en el Putumayo no hay testimonio de las víctimas, todavía). La expresión más gráfica de esa preferencia es a enaltecer a personajes y protagonistas directamente responsables de los hechos sangrientos, son incólumes, casi inmaculados de culpa. Un cronista de la época los llamó los superhombres y lanzaba un ditirambo a los caucheros y minimizaba las muertes, -todo progreso tiene sus costes señalaban muy ufanos y con voz cínica. La recién instalada Corte Superior de Loreto pasó de puntillas de un tema que escocía por su resonancia local, nacional y mundial [unos meses atrás hablaba con el escritor y diplomático (es cónsul en Puerto Rico) español Eduardo Garrigues quien pensaba trabajar sobre el caucho pero desde la perspectiva inglesa, como esos escándalos eran digeridos por la liberal sociedad anglosajona]. El presidente de entonces en su primer discurso lo obvió y, seguramente, era una noticia que se comentaba entre los vecinos del viejo astillero. Esta mesnada con frecuencia  idealizar una época prodigiosa y de solo bondades. Si bien es cierto, ya lo han dicho, que con el caucho la Amazonía ingresó a la economía global también hay que advertir que esta globalización, como la de hoy, tuvo y tiene enormes costes humanos que maniobran en hacerlos no ostensibles. Pero no es solo lamentar de esas muertes a integrantes de pueblos indígenas (hombres y mujeres) lo interesante ante tremendos hechos es que la relación sociedad nacional y pueblos indígenas pudiera haberse enmendado pero hasta el momento los resultados son deficitarios. A igual que la relación con los recursos naturales. La situación de cara a los pueblos indígenas sigue siendo de exclusión e invisibilización; y con los recursos naturales gana la lógica extractiva. Esta es una de las muchas lecciones por aprender del boom cauchero pero por favor, no trivialicemos este asunto tan sangrante.

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