En el ámbito latinoamericano y peninsular una de las figuras hegemónicas que emergen en estos tiempos confusos y líquidos en el espacio público son los Mandarines intelectuales, siguiendo a esos intelectuales que pontifican, lanzan denuestos, alaban o te dan un rapapolvo público con aliños de moral en sus columnas de opinión que te pueden liquidar si no tienes una autoestima curada para esos embistes. Una suerte de catones de la vida pública. Me recuerda mucho, claro con sus ajustes de escalas geográficas necesarias, a los personajes ilustrados de la ciudad letrada del crítico literario Ángel Rama que descansaban por lo general entre los literatos y abogados que de alguna manera u otra ejercían o estaban muy cerca del poder – a modo autocrítico bajo esos criterios este columnista puede estar incluido como un amanuense de la ciudad letrada. Entre esos mandarines ilustres de las letras, entre otros, relucía Jean Paul Sartre en su momento, lo que decía él iba a misa. Los diarios de más tiraje o más leídos por España cuentan entre sus filas a esta sarta de escritores listos para desvainar la pluma, en esa cuadrilla también hay latinoamericanos viejos y jóvenes. Muchos de ellos lo hacen con la voz tan alta que sus palabras parecen balas contra los lectores – en muchos hay un poso de amargura y de mala leche o ¿melancolía? Esta suerte de radiografía de estos figurones y santones de las letras de este lado del charco lo ha redactado el politólogo Sánchez- Cuenca en su libro “La desfachatez intelectual” (Editorial Catarata, 2016). A pesar de la voz altisonante de estos figurones se denota en sus artículos cierta improvisación en muchos de ellos y son recurrentemente monotemáticos. Que pueden ir muy obcecados de la situación en el País Vasco al rompimiento de España por la secesión de Cataluña – reconozco con tono autocrítico que es fácil caer en sus argumentos persuasivos. O la corrupción política visitado con miras superficiales y cerriles. Son lugares comunes de cierta generación. Porque los temas sobre España, con o sin Cataluña o el País Vasco, pasan por otras preocupaciones como es el caso del incremento de la desigualdad social que está forjando una brecha social muy riesgosa, aunque parezca increíble este tema no es abordado por estos mandarines, huyen como alma que ve al diablo. Este asunto crucial de la vida pública para estos santones de la cultura pasa desapercibido. O así como el ahogamiento de parte de las instituciones europeas a las democracias de los países miembros -¿puede ser Grecia por ejemplo? Los tiempos cambian para bien y hay que ser conscientes de los muchos vericuetos que tiene el camino. Y los mandarines cada vez se quedan afónicos.