Por: Moisés Panduro Coral

El discurso a la nación del presidente Kuczynski ha sido calificado de bueno, no tanto por su calidad en contenido, sino porque duró sólo 40 minutos y estuvo pleno de generalidades, en comparación con los discursos extensos, de abundantes cifras y menciones específicas que pronunciaron otros presidentes. Sin embargo, excepto por tres anuncios novedosos y puntuales, el discurso del flamante mandatario ha carecido de metas cuantitativas concretas, sus resultados a obtener son difusos y, en gran parte, veo una manifiesta voluntad de retomar los logros que el Perú había alcanzado hasta el 2011, pues el gobierno del señor Humala será recordado por haber hecho retroceder al país, en lugar de potenciarlo.

Kuczynski, como buen tecnócrata que es, sabe que entre 2006-2011 el gobierno de Alan García logró reducir la pobreza en más de 21 puntos (de 49.1 a 27.8), mientras que entre 2011-2016 el gobierno de Ollanta Humala redujo la pobreza en apenas 6 puntos (de 27.8 a 21.8), una cifra bastante inferior a la lograda por su antecesor. Pero la meta del Estado peruano al año 2021, año del Bicentenario, año en que terminará el mandato de PPK, es reducir la pobreza a menos de un dígito (8-9 puntos), de allí que se torna imprescindible destrabar los grandes proyectos que atraerán la inversión privada, entre ellos los 25 mil millones de dólares que están trabados en el sector minero, obtener mayores recursos para construir la infraestructura del desarrollo, generar oportunidades de empleo y mejorar los indicadores de salud y educación. No queda otra en el horizonte inmediato.

Lo del agua y el saneamiento no es novedad. Desde el año 2006, el Estado peruano ha realizado grandes inversiones para que todos los peruanos tengan agua, alcantarillado y tratamiento de aguas servidas. El problema fue la desgracia de tener autoridades regionales y locales que como sucedió en Loreto pulverizaron esa inversión pensando más en llenar sus bolsillos y nada en el bienestar de sus ciudadanos. Tampoco es novedad la formalización de la propiedad, pues ésta viene avanzando notablemente desde la época del fujimorismo, continuó con Toledo y alcanzó niveles de impacto con Alan García. Respecto de la inseguridad ciudadana y la corrupción, siendo temas álgidos de la agenda nacional, no encontramos en el discurso de PPK una mención de metas concretas a obtener durante su periodo de gobierno.

¿Cuáles son, entonces, estas tres excepciones novedosas en el discurso de PPK a las que me refiero? Una es la mención específica a la conexión terrestre de Iquitos con el resto del país, es decir la construcción de la carretera Iquitos-Costa Norte, un proyecto de alcance intrarregional e interregional que desencadenará varios procesos ligados a la transformación industrial, el fomento del turismo, el desarrollo y la modernización urbana de ciudades y pueblos conexos, la ordenación ambiental y la seguridad geopolítica del Perú.

Otra novedad es la reducción del 1% del Impuesto General a la Ventas (IGV) con la que se espera atraer hacia la formalización a la mediana, micro y pequeña empresa, ampliando la base tributaria y obteniendo, con ello, una mayor recaudación a favor del erario nacional y una mayor capacidad de financiamiento de proyectos de infraestructura. Complementariamente, esta medida de política económica contribuirá a solucionar uno de los graves problemas socio-económicos del país, que es la escasa formalidad laboral, pasando del 30% actual al 60% de la masa trabajadora.

Y la tercera excepción novedosa es la meta de ingresar al Perú al Organismo de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), un club exclusivo que reúne a economías industrializadas, tecnológicamente avanzadas, socialmente fuertes con tendencia a la equidad, ambientalmente responsables; con las economías emergentes que están camino a alcanzar lo mismo a través del aprovechamiento de la dinámica y las oportunidades que ofrece el comercio internacional.  Si el 2021 ingresamos a la OCDE habremos alcanzado una gran meta, y habrá que felicitarnos por ese logro.

Demás está decir que, a mi juicio, son estas tres únicas excepciones novedosas las que me dicen que el discurso fue bueno.