Es una estación para el refugio  y efluvio de las ideas. Para la lectura. Para la reflexión. Hay quienes no le gusta este período del año, reniegan del frío pero en el fondo ese gélido aire lo agradece el cuerpo y, cómo no, para el alma es una bendición. Cambia hasta el paisanaje. Confieso que me costó acostumbrarme al frío, un pájaro tropical debe saber aguantar con estoicismo este frío que raspa las plumas. Hay que tejer estrategias. Aunque hoy es la estación que más aprecio. Advierto que mi opción por el invierno no fue una transformación de la noche a la mañana, fue paulatina. Fue degustado a pequeños sorbos. Los caldos y consomés me encantan, ya me encantaba desde los caldos de mi abuela y mi madre pero en esta estación tienen un precio de oro y levantan los alicaídos ánimos.  A igual que un buen cocido o una fabada. Son platos que vienen muy bien para este invierno. Es que cambiar el clima es también cambiar la gastronomía. En la floresta pasa igual. Hay ciertos momentos que el pescado es el rey en la mesa. Así con el frío a cuestas y luego de bebernos un caldo fuimos a ver Birdman del director mexicano Alejandro González Iñárritu, ha sido gozar de esta película cuyo personaje principal es interpretado por Michael Keaton, filme con gran tufo de desencanto, con personajes que caminan en la deriva como los delineaba Raymond Carver (la película está inspirada en la obra de este escritor norteamericano). Me encantó el juego de espejos entre la realidad y ficción, llega un momento que no sabes cual es cual. Interesante propuesta. Y la otra película de Whisplash, la amarga carrera musical de un baterista de jazz (curiosamente tanto el profesor y el alumno son blancos). Están empecinados en mostrarnos cual es el límite en nuestras exigencias personales y si hay momentos dulces. Salí encantado de los retazos de jazz que nos regala la película, pareciera que uno vive una perpetua  jam sesion. Al salir del cine un agradable aire gélido casi congela mi cara pero salí sonriendo.

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