Cuando el estío va expirar otra vez en este Reino de gruñidos y rencores ancestrales, vuelve el debate insulso sobre el independentismo catalán (también puede ser el vasco o el gallego). Otra vez a la carga y a derramar tinta sobre el papel. Es un país que no descansa en agitarse a pesar de su vejez y la decrepitud de sus líderes que no aceptan renovarse. Aquí apenas hay diálogo, se vocifera a los cuatro vientos para insultar a quien tiene la idea contraria. La idea de Estado- nación del siglo XIX cuajó muy poco en este país. Uno de esos momentos para reinventarse, y que fue una oportunidad perdida, fue el período de la transición. Se trató de crear una “comunidad imaginada” pero ese imaginario fue un acto fallido, se iba derrumbando con el paso de los años por la inercia de la clase dirigente y de la sociedad civil, muy apática, como consecuencia de una larga dictadura como la franquista. Se quedaron cruzados de brazos. Esa indiferencia hizo que los independentismos periféricos crecieran ante la omisión (y dejadez) de funciones de los que gobernaban el Estado central, pareciera que el relato se había acabado, que la gramática de la transición de finales de los setenta entró en una severa agonía. Recordemos que los partidos nacionales en los gobiernos de turno entraron en una perversa convivencia con los partidos independentistas periféricos. Un buen libro es el de José Álvarez Junco “Mater dolorosa” sobre la construcción de este Estado español bastante particular, como latinoamericanos/nas sería altamente recomendable tenerlo en cuenta. En el seno del debate constitucional el tema territorial estuvo muy presente. Y como consecuencia de esas discusiones se concibió el concepto de autonomía (que tiene una gran similitud con el federalismo, claro, con sus matices). Desgraciadamente este concepto de autonomía ha sido sobrepasado por los acontecimientos de tintes políticos. Sin embargo, en vez de discutir un nuevo proyecto, la propuesta es la secesión. El caso de Cataluña grafica el pensamiento provinciano de los nacionalistas catalanes [un sector de la izquierda catalana ha pactado con un partido nacional como el PSOE y ahora con la derecha catalana, una esquizofrenia que mete miedo] y de los españolistas, sus propuestas no son para construir. La imagen del presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña moviendo el trasero en una fiesta pública, se nota que el ritmo no es su fuerte- es muy patoso, se meneaba impúdicamente ante una investigación de corrupción de su partido,  todo esto es realmente de broma.

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