Por un marañón más digno

Por Miguel Donayre Pinedo

En las crónicas de los expedicionarios españoles sobre la floresta describían que los indígenas en canoas, lanzando flechas, con sonidos de tambores como el manguaré defendían su territorio con uñas y dientes. La ocupación humana foránea de la Amazonía no ha sido fácil, los originarios han plantado cara. Amén de las dificultades propias del ecosistema que la señalan ingenuamente como el infierno verde, este es un mito persistente. Hace unos días en el telediario peninsular, muy temprano, ofrecían una imagen que valía muchas cuartillas de notas periodísticas. Era un dique humano en el Marañón que protestaba contra la contaminación de este río y el incumplimiento de la empresa. Una mujer, cuando no, con mucha claridad explicaba, y con deje orgullosamente amazónico, los motivos de la protesta. Era un brazo humano y largo que cruzaba el ancho del río. La referencia geográfica era que estaban muy cerca de la Boca del Tigre. Protestaban contra la indiferencia de las autoridades y la propia petrolera, a mí inmediatamente se me vino la imagen de los cronistas de indios. Antes protestaban contra la usurpación, hoy protestan a favor de un medioambiente sano y saludable. Ojala no sean batallas pírricas.