Razón pública y democracia

Por Miguel Donayre Pinedo

Una de las características del ADN de la democracia es la discusión. Las culturas griega, india, romana, amerindias, europea, norteamericana tienen por esencia la discusión. No es la característica de una sola cultura nos advierte Amartya Sen, en su libro La idea de la justicia, que está dedicado al fallecido profesor John Rawls, autor de La teoría de la justicia. Si Rawls pergeño una teoría, Sen la discute con razones en la misma línea de Martha Nussbaum en Las fronteras de la justicia, libro exquisito que es un buen reencuentro con la sana filosofía. Ambos profesores cumplen con el axioma de la razón pública, la discusión, y exponen sus tesis con buen talante y respetando la contribución del profesor de Harvard. Para eso están las ideas para discutirlas como proponía Aristóteles, pero no la discusión banal sino desde la razón pública que nos enseña a tolerar y disentir. Es decir, elaborando argumentos, no optando por falacias [o insultos] contra las personas que exponen una idea para la discusión, situación muy propia en países donde el legado democrático todavía no está consolidado [miremos la conducta de la clase política de muchos países]. Lo que debemos enseñar a la ciudadanía es a no dar las cosas por sentado, razonemos. Hay que discutir.