Eyjafjalla

Por Miguel Donayre Pinedo

Quién pueda pronunciar con elegancia y dejo islandés el nombre del volcán que ha puesto de patas arriba al cielo europeo que se de por feliz. Al menos yo me tropiezo, no consigo seguirle el tranquillo. Bailo entre la y griega y la jota seguida para terminar en la ll me atajo. Amén de estos percances lingüísticos, es un claro ejemplo, la erupción del volcán, que a la naturaleza hay que ir con respeto. No se puede ir más allá. Te pone límites, es lo que no entienden los desarrollistas como aquellos que quieren construir un puerto por Ancón con claro impacto de la biodiversidad marina. El riesgo que corrían los aviones comerciales era que sus motores, tan potentes, dejaran de funcionar como consecuencia de las cenizas que viajaban  por el cielo. Menudo aviso, hay que saber escuchar. Las noticias de hoy señalan que ha vuelto a despertar el Eyjafjalla.