Desigual

Por Miguel Donayre Pinedo

Depende en que equipo de fútbol juegas y te diré como eres, parece rezar (contextualizado) ese viejo adagio. Lo digo a raíz de los fotos y cámaras sobre los jugadores que estén en la cancha dependiendo en qué equipo jueguen. Si un jugador de un equipo de media tabla hace un buen gol, este hace eso, un gol. Un simple gol sin trascendencia ni oropeles. Se mezquinan alabanzas. Pero si está jugando en el Madrid o Barcelona y hace un gol de medio pelo como los que nos tienen acostumbrados Messi o Cristiano Ronaldo, este se multiplica por tres [similar situación pasan los porteros]. Sube como la espuma de la cerveza a los cielos. Salen los ayayeros a tropel. Ha sido un gol excelente o una atajada de santo. De genio. De un virtuoso del balón. Lo comparan con Dios o uno de sus apóstoles. Se hacen panegíricos y titulares que lindan con la huachafería. Loas. Jaculatorias al obrar de ese varón. Triunfa la desmesura, el elogio ramplón. Por eso siempre admiraré a Arancibia (de raíces vascas), del Politécnico de Iquitos.