Noche vitoriana

Por Miguel Donayre Pinedo

La noche en el Festival de Jazz de Vitoria ha sido inolvidable. Ese día en las gradas de Mendizorroza el número estrella era Paco de Lucía (la noche anterior estaba Chick Corea). Previamente a él estaba Marcus Roberts, un jazzman de Miami. Él estaba en el piano, Roland Guerin en el contrabajo y Jason Marsalis en la batería. Me pareció un jazz anclado en lo tradicional y con aliños de free jazz, me explico, hasta cierto punto previsible. Aunque quizás parta de un prejuicio es que desconfío de los jazzmen de traje y corbata, a igual que a los abogados de derechos humanos de igual indumentaria. Me generan repelús. Pienso que se esconden en la máscara y que no demuestran el genio  que llevan dentro. Pero esa noche Paco de Lucía deslumbró. Empezó sólo y terminó con muchos otros músicos a igual que los bailadores y cantantes. Fue un río que discurría del flamenco al jazz. Fue un mestizaje sano y sin complejos. Bebiendo y seleccionando sonidos. El público terminó de pie ovacionándolo. Alborozado. Agradecido y agradeciendo al Maestro.