Dos candidatas un destino

Por Miguel Donayre Pinedo

Perdonen el título y el tinte melodramático, y de culebrón, de esta crónica pero la política está teñida de estos aliños. Me siento desconfiado de aquellos y aquellas que se llenan la boca autoproclamándose transparentes y probas. Esas cualidades, si lo son, lo deben decir los otros. No el candidato. Es lo que le ha sucedido a la candidata Lourdes Flores. A donde iba se proclamaba la santa inmaculada (sin la venia del Vaticano) de la lucha contra la corrupción, y hala, sus honorarios fueron pagados por un presumible narcotraficante hasta hace unos pocos meses.  Es una mácula difícil de borrar para esta beata de la corrupción. El otro caso, más descarado, es el de Keiko Fujimori, cuyo padre ha sido un corrupto ex presidente de la república [vaya intoxicación de podredumbre que sufrió el país durante su mandato] y que se incomoda a que le investiguen si los pagos de los estudios en el extranjero provenían de los chanchullos hechos por su padre y su asesor de inteligencia. Ella debe someterse a todas las pruebas de honestidad en asuntos públicos que fueran necesarias y que se le requieran (más con los antecedentes que tiene). No debería incomodarse (por más de Bayly diga lo contrario en plan bufón de corte) y que vengan los “test de potabilidad” que fueren oportunas, el país lo necesita luego de la experiencia de su padre. Curiosamente estas dos candidatas están salpicadas por la hez que inunda la vida pública peruana, vaya destino.