Desaparecidos

Por Miguel Donayre Pinedo

Cuando en una familia desaparece un ser querido es como si te desceparan el alma de un tirón. Duele, y mucho, en la carne y en los huesos. Entras en shock. Es una situación que nadie agradece estar. La violencia desproporcionada del Estado no se puede justificar. Estamos ante una persona humana por más que piense lo contrario. Eso es lo que ha pasado en América Latina y otras partes mundo. Los Estados dictatoriales han extirpado a jóvenes, mujeres y hombres de sus familias sólo por pensar diferente. Es un horror que encoje. Que punza dentro de uno. Cuando uno repasa los trabajos de la Comisiones de la Verdad en diferentes países latinoamericanos sientes que estás entrando a los territorios del espanto [como lo fue el Putumayo en su momento cuando murieron indígenas]. De la barbarie. De la crueldad. El corazón lo tienes en un puño. Se te atraganta la saliva. La respiración se hace intensa. Esa misma sensación es la que se siente  cuando recorres la muestra DESAPARECIDOS de Gervasio Sánchez, en la Casa Encendida de Madrid. Sales muy turbado. Pensar que eso pasaba y pasa, no lo puedes creer. Felizmente, existe esta memoria visual que nos recuerda la existencia del mal y capturada por este fotógrafo del espanto.