Las reglas de la democracia no son inmutables. Se ajustan a los tiempos o al menos eso debería serlo. La democracia no es sólo una foto de una urna en el día de las elecciones. Es mucho más. Hoy más que nunca debería ser más participativa en ciertos temas cruciales para la vida social. Pero esta participación debe contar con una información adecuada y oportuna para que la ciudadanía pueda votar en temas relevantes. Por ejemplo, en Gran Bretaña confió a un referéndum su pertenencia o no en la Unión Europea (UE), y ganó el No. Luego se llegó a conocer que los que hicieron la campaña por el No, no sabían que hacer al día siguiente de las elecciones. Parece ser que este divorcio con la UE será largo y tortuoso, nada fácil.  Había mucha información oculta. Y la victoria del No en el reino Unido ha traído como consecuencia mayores agresiones xenófobas y racistas de parte de quienes se sienten los verdaderos británicos, mostrando la gran miseria del engaño de los del No. Cuando se convocan a referéndum no necesariamente ganan las buenas intenciones. Por lo general, se ensombrece el debate y se polariza. El debate se diluye y no sobresalen las buenas ideas. En Uruguay se convocó a un referéndum sobre una ley de amnistía, y ganaron los que querían que se aplicara esa ley de amnistía contra crímenes de lesa humanidad. Pero no quedó allí. El caso llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos quien suspendió la aplicación de dicha ley por encima de la voluntad popular por lesionar principios de derechos humanos. La voluntad popular no puede estar encima de los derechos humanos. Muchas veces, las mayorías no tienen la razón y la democracia debe aprender de ello.

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