Recuerdo que en los inicios del diario “Pro y Contra” una de las señas de identidad, la más valiosa, era que escuchaba a las dos partes de la noticia. El lector o lectora sacaba sus propias conclusiones luego de leerlas. Me parece que ese perfil tenía cierta aceptación en las personas que lo leían. Fueron los años verdes. Pero esa seña de identidad con el recorrido del diario se ha ido diluyendo por diferentes circunstancias. Parece ser que la idea del proyecto inicial se torció por diversos motivos. Me viene a la memoria que en esos años la poeta Ana Varela editaba la revista “Varadero” (era un faro en las tinieblas de la floresta) bajo los auspicios del diario que como muchas cosas buenas en la floresta tuvo corta vida. Desde entonces el espacio cultural en el diario no volvió a ser el mismo, se intentó con el suplemento “Katenere” pero igual agonizó rápido. Desde la distancia muchos amigos y amigas me comentan que el diario ya no es lo que era. Que ha perdido frescura, norte, objetividad. Creo que una debilidad del periódico fue no tener un proyecto sobre la Amazonía  -como espacio de discusión, eso hubiera sido un gran contrapeso para no ir a por otros intereses, por dejarse ganar por la coyuntura (¿alimenticia?). Un amigo, recientemente fallecido, me decía que por los años noventa el diario estaba colonizado por intereses fujimoristas. Y discutimos amablemente por eso   –aunque mucha gente piense lo mismo que este amigo. En este proceso de transformación (o metamorfosis casi kafkiana) se observa que desde hace un buen tiempo el diario está plagado de titulares y noticias amarillistas sobre crímenes y muertes en la cidade ¿será para ganar más lectoras? Además que políticamente el diario ha tomado partido o mostrado sus preferencias por diferentes actores políticos, los lectores y lectoras lo notan. Por ejemplo, la crítica lapidaria a los actuales gobernantes de la región –regional y municipal-, no se leía de otros presidentes regionales que pasaron por el poder (y eso que muchos han terminado en el penal). O las duras críticas a la congresista Donayre (quiero pensar que las puyas son como congresista y no como mujer) no son iguales cuando ejercía el congresista Isla como presidente del Congreso con muchos yerros en su haber  –que en mi opinión fue una gran oportunidad perdida para la región por una gestión timorata y con falta de ideas. A pesar de todas estas sombras sobre el proyecto inicial debo reconocer que el derecho de opinión que la ejerzo con una columna en el diario siempre se respetó. Pero el diario debe cambiar, no puede seguir en el camino escabroso que está pasando, no es el mejor ¿no sería bueno volver a los orígenes o reinventarse?

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