Y el progreso está privatizado porque el mejoramiento ya no es una empresa colectiva sino individual

Zygmunt Bauman

El epílogo de la trilogía “El árbol de Sodoma” es la novela “Nadie escucha el canto” de Jorge Nájar. Le comentaba al autor off the record que el tono novela es de cierto pesimismo, de desencanto y descreimiento por las utopías sobre el ansiado progreso y sus habitantes en la floresta ¿acaso es el barrunto del famoso cuadro del Angeles novus de Paul Klee? Desde los primeros folios se palpita y pulsa la desesperanza como la narración de la muerte desconocida de los pájaros que caen del cielo sobre el suelo de Mayushín, es la impronta que estará a lo largo de la novela ¿es una señal del mal en la región de los bosques? Es el marchamo hegemónico del relato. La comarca literaria de Mayushín- Sodoma con el paso de la novela se ha quedado en Mayushín, desapareciendo Sodoma, se diluye en un solo nombre, ¿es la metáfora de la destrucción?, ¿el nombre de la cidade ha sido fagocitado por el narrador o por los hechos novelados? El protagonista Pedro Sifuentes vuelve a la comarca de Mayushín marcado y desangrado por un amor del exilio, es una herida abierta que no cierra. A su vez tiene que afrontar la muerte de su hermano y el destierro de sus padres al leprosorio de San Pablo (leprosorio, en la realidad, donde estuvo de paso el Che Guevara). Mientras tanto, esta urbe del marjal está acosada por la corrupción, por el narcotráfico, por las favelas que desdibujan los centros urbanos tradicionales hacia un nuevo trazo urbanístico. Sifuentes encarga a un expolicía que averigüe sobre el paradero misterioso de su hermano desaparecido y cuando quiere llegar hasta el final es torturado y casi muerto. A lo largo de la novela hay cuñas de pesimismo que introduce el narrador como las aves de mal agüero que están a lo largo de la novela, como presagiándonos que esto acabará mal. Las mariposas amarillas han desaparecido de la faz de Mayushín. Questi uccelli carteros de los malos presagios son pinchazos a todo optimismo posible. No hay escapatoria. Los dioses y arcanos del bosque no oyen ni los cantos ni los salmos desesperados de los chamanes. Estamos sumergidos en el fango y con una ciudad a punto de desaparecer ¿estamos ante una distopía?, ¿la floresta ya no es la tierra sin mal, El Dorado, la región de las oportunidades?, ¿el ansiado progreso es una trapacería? Esta coda de la trilogía de Nájar va a contracorriente del optimismo superfluo y dulzon que asola la Amazonía.

https://notasdenavegacion.wordpress.com/