La noche y la cumbia amazónica

Música e incendio. La noche iquiteña es legendaria. Se considera como uno de los vehículos de inspiración y transpiración mejor construidos en el imaginario usual de las mentes promedio de este país. Una de sus características más importantes es el desarrollo de toda una correlación de espacios en donde se escucha, se festeja y se baila cumbia.

No es común que las grandes intelectuales le brinden odas a las manifestaciones de la alegría popular. Tampoco es común que en las élites destacadas se reconozca la enorme, casi vital influencia del sonido que se transita y transpira en calles y plazas pública. Sin embargo, el destacado poeta E. M Cioran señaló alguna vez que la pasión por la música es  en sí misma una confesión. Si así fuera, la cumbia amazónica es el testimonio de lo que somos.

El sonido más característico de una ciudad como Iquitos, que empieza a ser devorada por el caos, es el de los motocarros. Quizás quienes viven dentro de ella se hayan resignado a la idea de asimilar una de las fuentes de contaminación sonora más procaces de Latinoamérica. Ante ello, es cierto que como un mecanismo de defensa, pero también como un signo de evasión y ropaje tropical, hemos adoptado la música como catalizador. La urbe se carga de ruidos, provocados tanto por los trinos de los pájaros que se posan sobre los árboles o los parlantes que anuncian el baile.

Es entonces cuando llega la noche, asoma el fin de semana y suenan soberanos los sonidos y tambores vencedores. No es el manguaré clásico, pero es algo aún más estridente y desternillante.

Llega la noche, se encienden las luces artificiales. Es hora de que la cumbia se apodere de la ciudad.

Hasta las seis de la mañana me vacilo. ¿En dónde radica el valor de la música amazónica? ¿Por qué los bailódromos y las fiestas usuales son tan importantes para la vida cotidiana de los ciudadanos de estos fastos? ¿Cuándo se inició todo?

Creo que el producto que tenemos en la actualidad es producto de décadas de sincretismo, coqueteos con las modas de músicas cercanas a nuestra geografía y nuestro sentimiento,  ensayo y experimentación, búsqueda constante de generar movimiento. En medio de toda esa amalgama, se puede representar estampas, microcosmos de nuestra identidad.

Algunos creen que el vehículo que generó todo el movimiento de la rica cumbia amazónica se inicia con los destellos provocados a partir de los años sesenta, con la irrupción de la psicodelia, las guitarreos potentes y el sonido de inspiración indígena. En ese sentido, Juaneco y su Combo, como parte de un movimiento que incluyó también a Los Mirlos, pueden considerarse pioneros.

Pero esta afirmación también sería discriminatoria, pues obviaría otra gran corriente que viene de mucho más atrás. Este grupo se nutre de los sonidos indígenas, usa instrumentos vitales de nuestra tradición, se moviliza con destreza en los terrenos de los ritmos mestizos, juega con el chimaichi, la pandillada, el citaracuy, etc, y empieza a generar las bases de lo que vendrá después ( o se reciclará, sin duda).

Hijos predilectos de la prehistoria de la cumbia amazónica son, sin duda, Orlando Cetraro, Julio “Chispa” Elgegren, Eliseo Reátegui, “Chocho” Alván, Demetrio Cardama, Juan Teco o los incombustibles- y aún vigentes –  Javier Isuiza (mejor conocido como “Malapata”) y  Raúl Llerena Vásquez (“Ranil”, para todo el mundo), entre muchos otros. Negar que existen influencias de, por ejemplo, Los Solteritos o El Dúo Loreto en la arquitectura del sueño cumbiambero amazónico, por ejemplo, sería cometer una omisión imperdonable. Del mismo modo cometeríamos un error dejamos de lado a Esther Dávila, “Flor de Oriente”, en esta fuente inspiradora.  Ese estilo, siempre bailable, pachanguero y shicshirabo, pícaro y jocoso, lleno de insinuaciones de doble sentido,  como parte de las melodías de carnaval y celebración; es sin duda, el signo, santo y seña de lo que es ahora la música amazónica contemporánea.

Pero, claro, Iquitos ahora suele ser impredecible. El año pasado se anunció con bombos y platillos el retorno de Juaneco y su Combo a escenarios locales, como preludio de lo que, se creía, iba a ser una orgía de sabor y cumbia psicodélica. Su presentación en la exclusiva discoteca Noa no congregó más de 200 personas, mientras el gran concierto popular, que realizaron en el Pardo, fue rápidamente confinado dentro de los anales de la indiferencia. 

Aunque suene contradictorio, la furia charapa musical, que pasea su música a nivel nacional e internacional, no puede competir aquí con las ocho mil almas que todos los fines de semana mueven sus rollitos al compás de la agrupación Explosión, actual dueña y señora absoluta de la noche.  El que no está dispuesto a bailar hasta que amanezca y reírse sin disfuerzos (a pesar de un inconcebible Plan Zanahoria decretado por esta gestión municipal, la peor que Iquitos recuerden en mucho tiempo), mejor que pique en prima para otra parte, porque en esta ciudad no la hace.

Es cierto, nadie puede dudar que clásicos como Mujer hilandera o Vacilando con ayahuasca desatan encendidas pasiones entre la muchachada (así como en sus padres y abuelitos). Tras cuarenta años de delicia rítmica, negar el legado de Juaneco no solo es inútil, sino toda una herejía. Sin embargo, dados los tiempos cholotuberos, resulta difícil comparar a Wilindoro Cacique (veterano y venerable vocalista juaneco) sacudiendo penosamente la artritis con una bailarina de diminutas prendas, generosas carnes y espíritu de licuadora humana.

Es cierto, entonces, lo que dicen los antiguos: en la selva todo entra por los ojos (y también por la piel).

(Extractos del artículo de homónimo nombre publicado en la edición especial del semanario Kanatari, sobre la música en Loreto, de próxima difusión)

5 COMENTARIOS

  1. Realmente amigo, usted está desvariando. No disfrace el mal gusto con palabras como sincretismo. Las loas que Ud. otorga a estas expresiones no son nada más que pretensiones huachafas y ruidosas de una movida cultural inventada por un circulillo que juegan a los artistas en la región donde ni educación de calidad hay, para comenzar.

  2. Les hago comocer mi desilución amigos de pro; dejense de canalizar odios personales como el de este mozalbete, que a donde va jode con Abensur. Dejense de vainas. Como alguien dijo, Pakito ya tuvo su tiempo como funcionario. que no joda.

  3. No me sorprende la logica de Paquito. Ahora entiendo porque Abensur es o fue el peor alcalde. Porque se metió a pelear con los chongueros. Charles será el mejor que duda cabe porque anulara el Zanahoria. Así tendremos una ciudad modelo dem prostitución y delincuencia al 100%. Que vivan los buenos muchachos. Los alienados culturales a la orden.

  4. que bien que vengan más motocarros, inclusive más que los que hay en Sullana; para que aumente la evasión para ir todos al NOA o cuanta disco haya; que viva el putero general. Eso es lo quem quiere nuestro bienamado juerguero. Y pensar que algun iluso le confio un puesto publico cultural. Que viva el chongo.

  5. Osea que nuestra innata alegria a la rumba, al bacilón, a la diversión es producto de los motocarros. No seas atorrante; anda bañate a la playa. El peor director del finado INC, asi lo dice.

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