Escribir – y jugar – el fútbol

Algunos sedentarios con mal humor han tratado constantemente de demostrar que la literatura y el fútbol no son compatibles. En su monocorde afán, no han dudado en tildar al deporte rey como pasión, vulgar y desdeñable, inferior. No han escatimado esfuerzo, tampoco en agenciarse de frases de escritores de primera para graficar ciertas abominaciones de quinta.  Por ejemplo, invocan al británico Rudyard Kipling, quien despreciaba al fútbol y a «las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan«. También al maestro Jorge Luis Borges, quien señalaba: “once jugadores contra once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos«. Evidentemente, Borges era un genio literario, así como alguna vez fan enamorado de la dictadura de Pinochet.

Es más difícil para los críticos decir que el fútbol no les gusta y mucho más presuntuoso alegar que empobrece la inteligencia o la reflexión. Nada más disparatado.  Es cierto que fútbol y literatura no siempre han seguido caminos paralelos. También es cierto que algunos proyectos literarios se perdieron en medio del desdén de editores o la indiferencia de las capillas críticas (aunque no en el cariño de los lectores). Pero, a diferencia de lo que se podría pensar, muchos han sido los escritores que tomaron el  fútbol como punto de inspiración creativa y, desde la orilla contraria, futbolistas se animaron a escribir y publicar, con resultados dispares pero siempre entusiastas.

En verdad, la literatura y el fútbol nunca han estado divorciados, aunque en algunas épocas sus puntos de encuentro fueran frágiles. Varios creadores asimilaron el fútbol como una capilla de conocimiento, mosaico de las dimensiones de la condición humana; temas recurrentes que componen la gran literatura, por lo demás. El historiador mexicano Héctor Treviño señala que el futbol se ha convertido en la “nueva religión mundial” y parte importante de la cultura popular. Por lo tanto, es lógico que se convierta en objeto de estudios de las clases intelectuales para entender mejor a la humanidad. Desdeñarlo no sólo resulta snob, sino un signo de soberbia misógina que proviene del desconocimiento contumaz.

El genial artista visual y guionista italiano Pier Paolo Pasolini indicaba que «hay momentos que son puramente poéticos: se trata de los momentos de gol. El goleador es siempre el mejor poeta del año”. El español Javier Marías, autor de “Mañana en la batalla piensa en mí”, indicaba que «el fútbol es la recuperación semanal de la infancia«. Antonio Gramsci lo contemplaba como «el reino de la lealtad humana ejercida al aire libre«.  El escritor francés Albert Camus, Premio Nobel de Literatura, jugó como arquero y puntero izquierdo en Argelia y allí se dio cuenta que «la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Lo que más sé acerca de moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol».  La legión de acérrimos cultores del fútbol incluye a otros Premios Nobel  como el chileno Pablo Neruda (socio e hincha del Club Atlético Magallanes), el alemán Günter Grass y el colombiano Gabriel García Márquez (no sólo devoto hincha, también  profeta que reparte a los cuatro vientos las santas enseñanzas peloteras) y el español Camilo José Cela (autor de la alucinante Once cuentos de fútbol).

El poeta español Rafael Alberti publicó la excepcional “Oda a Platko”, dedicada al arquero húngaro que pasó por el Barcelona F.C. El checo Milan Kundera, autor de “La insoportable levedad del ser, ha teorizado sobre el fútbol en sus libros. El sueco Peter Handke tiene una buena obra titulada “La angustia del arquero frente al tiro penal y en Inglaterra existe clásico del género fútbol-literatura titulado Fiebre en las gradas, escrito por Nick Hornby

El recordado uruguayo Mario Benedetti escribió en 1955 un cuento llamado Puntero izquierdo. Su compatriota Horacio Quiroga publicó otro relato, Suicidio en la cancha, sobre el caso verídico de un jugador del Nacional de Montevideo que se disparó en el círculo central de la cancha, mientras que Eduardo Galeano escribió un libro muy popular, titulado Fútbol a sol y sombra.  Por el lado argentino, es imposible imaginar fútbol y literatura sin nombrar a la troica insuperable: Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa y Juan Sasturain. Ellos escribieron sin complejos y permanentemente sobre su pasión y afición, convirtiendo sus obras verdaderos estudios sociales y culturales sobre el género. Sasturaín es culpable de esta frase: “El manejo de la pelota como el del lenguaje -puestos en buenos pies y manos- son un desafío a la creatividad”. La lista continúa con los poetas Vinicio de Moraes y Jorge García Usata, quienes escribieron sendos poemas en honor del jugador brasileño Garrincha. También hay que incluir al gran cronista mexicano Juan Villoro, autor de “El hombre que murió dos veces”, sobre el día que Uruguay le arrebató a Brasil la Copa del Mundo en el propio estadio Maracaná, en 1950. Otros notables fans de fútbol: Jorge Amado, Augusto Roa Bastos, Ernesto Sábato, Rubem Fonseca, etc.

Vladimir Nabokov, autor de “Lolita”, fue jugador en Rusia y el talentoso novelista boliviano Edmundo Paz Soldán estudió en una prestigiosa universidad norteamericana gracias a una beca que logró como futbolista. Por el lado contrario, el ex jugador de la selección argentina, Jorge Valdano, ha ingresado en el mercado con la edición de “Cuentos de Fútbol”. Del mismo modo, el ex entrenador de Universitario, Ángel Cappa, ha publicado  “¿Y el fútbol dónde está?”.

Desde el lado peruano, es memorable el “Polirritmo dinámico a Gradín, jugador de foot-ball”, escrito por Juan Parra del Riego en 1920, en honor del jugador uruguayo Isabelo Gradín. Del mismo modo, el poema “Fútbol”, escrito por Blanca Varela (gran aficionada); el relato La gran jugada o Crónica deportiva que trata de Teófilo Cubillas y el Alianza Lima” de Arturo Corcuera; “El equipito de Mogollón” del notable Augusto Higa. Abelardo Sánchez León publicó crónicas futboleras en “La balada del gol perdido”. Mario Vargas Llosa no sólo es hincha de Universitario, sino también fue comentarista durante el Mundial España 82. Alfredo Bryce Echenique siempre ha confesado que jugó fútbol en su niñez y adolescencia (además escribió el relato “Pasalacqua volando”), así como Julio Ramón Ribeyro y Carlos Germán Belli.

En fin, es bueno saber que las aparentes diferencias entre el arte y el deporte son meras especulaciones o estridencias inventadas. Empieza una nueva Copa del Mundo, esta vez en Sudáfrica. Quizás algunos grandes escritores no hayan visto jugar  a Messi, Kaká o  Cristiano Ronaldo, pero entendían perfectamente lo que el fútbol es capaz de generar en las mentes, los corazones de veintidós hombres que entregan a veces todo lo que son capaces de demandarles cientos de millones de espectadores. Del mismo modo, quizás los nuevos cracks no hayan leído nunca a Camus, Gabo o Soriano, pero la capacidad con que definen una jugada, la calidad con que arman un ataque colectivo, la belleza con que anotan un gol, son signos evidentes de la mejor literatura; son rastros y senderos de poesía pura. Como diría Valdano: “Hay quien se atreve a preguntar para qué sirve jugar bien (…) sirve para el placer, para la emoción, para vivir

Nunca como ahora es tan cierta la frase de Quique Wolff, ex jugador y comentarista argentino: ¿Cómo vas a saber querido amigo? ¿Cómo vas a saber lo que es la vida? Si nunca, jamás jugaste al fútbol”.

1 COMENTARIO

  1. Hola!
    felicitar al autor d este articulo x lo documentado que
    es, bibliográficamente hablando.Naturalmente, es irracional pensar,como intenta demostrar el autor ,q literatura y fútbol son incompatibles.De repente se podria pensar lo contrario pq existen poquísimos futbolistas escritores o amantes de la literatura, presumiendo arbitrariamente que así sea dado el bajísimo nivel de escolaridad d los que practican el futbol profesionalmente hablando, sobre todo a nivel de latinoamerica, a ejemplo d la primera potencia futbolistica del contionente, Brasil.Evidentemente que el futbol es un tema inagotable para quien desee incursionar a escribir sobre aquella pasión mundial, expresión de inumeros y variados sentimientos, donde se podrian ver desde tiernas escenas poéticas hasta las más tristes y reales historias de dramas humanos, enmarcados dentro del gran contexto socio cultural de los diversos pueblos que lo practican .Lógicamente seria mucho más intereseante si los autores son o fueron practicantes del arte de jugar fútbol.Nada mejor que ello, en vez de teorizar sobre algo que nunca practicó.Pertinente el asunto del articulo dado el acontecimiento mundialistico sobre el futbol que se dá en al continente africano.

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