El cuerpo de redactores, escribas, columnistas, publicistas, dateros, chismosos e impresores del diario El Eco de hace casi un siglo, anduvieron sorprendidos ante la muestra pictórica que sorpresivamente se realizó en la sala de redacción de dicho medio entre,   el 10 y el 30 de setiembre de 1924. No era habitual en una ciudad donde no existía ni galería, ni patio, ni huerta dedicada a las exposiciones artísticas, pero el pintor Manuel Bernuy expuso sus cuadros al óleo en un periódico de ayer, en un lugar construido para otra cosa. Es decir, estuvo en otra parte, pero estuvo como confirmando aquello de que peor es nada. El arte del color y de la forma tuvo que buscar un sitio de emergencia para mostrarse en una ciudad siempre tardía con respecto a algunas cosas, como el arte, por ejemplo.

La inesperada muestra tuvo su público y su venta y debió ser una novedad la presencia de cuadros en una sala de redacción.  Han pasado desde entonces 90 años y todavía no existe una galería en Iquitos. Ningún plan gubernamental o de partido de oposición lo anunció nunca. Aunque parezca mentira.  Y existen pintores que no dicen está boca es mía. En el presente, si el señor Bernuy viviera  tendría que exponer en la esquina concurrida,  en alguna plaza populosa, en la casa del vecino.  O pintar cada día como un  poseso para amontonar sus cuadros en su sala. Puesto que los diarios de hoy, salvo alguna excepción, no tienen ni idea de la importancia de las manifestaciones artísticas. Así las cosas, la galería para muestras pictóricas es un fantasma que a nadie interesa. Pero una ciudad moderna de cualquier parte no está  completa si carece de ese ambiente.