Miel de naranjas

Por Miguel DONAYRE PINEDO

Ante los regímenes autoritarios y dictatoriales existen maneras de resistencias ciudadanas sutiles. Son las que más duelen- los indígenas Uitoto usaban los tambores para enloquecer a los sanguinarios caucheros en el Putumayo. La película “Miel de Naranjas”, de Imanol Arias y el guión de Remedios Crespo, camina en esa dirección. Se aborda una faz del franquismo omnímodo ya instalado en el poder. A pesar de los días grises de esos años hay una viva resistencia civil que es un incordio. Es un engorro a quienes están en la silla del poder político. Molestan. Desgastan. Se pegan carteles, reparten octavillas, editan clandestinamente periódicos o falsifican documentos de identidad. Es la historia de un soldado que hace el servicio militar y está de novio con la sobrina de su jefe del juzgado militar. Él es el secretario y el tío les ofrece al casarse una vida holgada a cambio de mirar hacia otro lado [el protagonista quien fungía de secretario, en un bar simulaba escribir la sentencia a los procesados [mientras los jefes tomaban licor), ante el terror de sus familiares al escuchar las teclas de la máquina]. Allí desde ese espacio judicial observa con impotencia las injusticias que se cometen a diario. Los procesados inocentes sin pruebas son condenados a la pena de muerte. El punto de inflexión es cuando matan al psiquiatra que era el médico de su madre. El toma la  decisión de colaborar con los partisanos. En esos avatares sigilosos de la resistencia se entera que la líder del grupo que él integra es su mujer – es un buen resorte emocional de la guionista. Al final consiguen su objetivo de sabotaje y huyen del país. Debo confesar que es una de las pocas películas españolas que me mantuvo en vilo de principio a fin.